Desahucios,
elecciones catalanas, recortes autonómicos
Desahucios
- El sindicato SUP apoyará a los agentes que se nieguen a los desahucios -El País
- Gobierno y PSOE se reúnen hoy para concretar opciones a los desahucios -El Mundo
- Ibarra insta a actuar de oficio si hay cláusulas abusivas en las hipotecas -El Mundo
- Presión para acelerar un pacto que frene los desahucios. Gobierno y socialista buscan hoy alternativas a los embargos. El principal escollo del acuerdo es donde se sitúa el umbral de exclusión -La Vanguardia
- La movilización ciudadana obliga a Rajoy a legislar contra los desahucios. Más de 62.000 firmas por la moratoria hipotecaria -El Periódico
- El SUP invita a la sumisión policial en los desahucios -La Gaceta
Elecciones
catalanas
- Pujol sugiere que el Príncipe aceptaría un Estado catalán -El Mundo
- La corrupción que Artur Mas quiere tzpar en la campaña electoral. El 2,5 por 100 para Convergencia. Los documentos del Caso Palau a lols que ha accedido ABC delatan una trama para financiar irregularmente al partido a través de comisión es en la adjudicación de obras -ABC
- El Gobierno debe utilizar todos los medios contra Mas, declara Rosa Díez. La líder de UPyD afirma que el PSOE está roto,, ya no es un partido nacional -ABC
- El PSOE atropella la campaña sensata del PSC. Iglesias culpa al nacionalismo de genocidio y los socialistas catalanes piden prudencia -La Vanguardia
- Mas: El PP lo intentará todo, la mentira y lo inmoral -La Vanguardia
- Fuego cruzado. Endurecimiento de los mensajes durante la campaña electoral catalana. Mientras Oriol Pujol afirmó este domingo que "el problema para negociar es que el Rey ya ha tomado partido", Alberto Núñez Feijoó dijo: "No pagaremos las deudas agitando las banderas". El expresidente de Aragón Marcelino Iglesias declaró: "El hipernacionalismo costó a Europa 100 millones de muertos". -El Periódico de Cataluña
- Ofensiva de Urkullu tras el órdago de Mas: El PNV planea sacar a la Policía y a la Guardia Civil del País Vasco. -La Razón
- Oriol Pujol: El problema para negociar es tener enfrente al Rey y no al Príncipe -La Razón
Caso
Madrid Arena
- El vicealcalde de Madrid se aferra al cargo mientras toda la oposición exige su cese. Miguel Angel Villanueva, abocado a dimitir tras las revelaciones de La Gaceta. PSOE, IU y UPyD consideran insostenible la situación del número dos de Ana Botella -La Gaceta
Cuestiones
económicas
- Las autonomías hacen frente al mayor recorte de su historia. El nuevo ajuste lleva a su máximo las restricciones. El tijeretazo en 12 comunidades supera los 6.700 millones en 2013 – El País
- La banca deberá reducir su plantilla en 70.000 personas hasta 2014 -ABC
- 14-N: Los sindicatos calientan la calle tras despedir a 646 trabajadores -La Razón
- El Gobierno elevará el nivel de renta para beneficiarse de períodos de carencia en el pago de las hipotecas -La Razón
El
Rey no es neutral en la secesión de Cataluña
Se
explica en El País cómo la críticas abiertas del rey Juan Carlos
al proceso soberanista de Artur Mas para Cataluña borran la imagen
de neutralidad de la Corona y ponen en peligro una salida dialogada.
Así lo ve Convergència Democràtica, y lo verbalizó este domingo
en plena campaña electoral catalana su secretario general, Oriol
Pujol. El dirigente nacionalista cargó en una entrevista en la
cadena COPE contra el Monarca: aseguró que Cataluña “está
dispuesta a negociar” su proceso soberanista pero que ese intento
choca con un problema: el Rey Juan Carlos. “[el jefe del Estado] Ya
ha tomado partido por una cosa muy determinada”, lamentó Pujol,
quien subrayó que en una eventual negociación Cataluña tendría
“enfrente” al Rey. Pujol
es el único dirigente nacionalista que hasta ahora ha involucrado
directamente a don Juan Carlos en la campaña catalana. Artur Mas se
esfuerza estos días en intentar demostrar que una Cataluña
independiente es viable económicamente. Y a menudo echa mano de un
argumento que cala en un segmento importante de la población: los
que perciben pensiones. “Con Estado propio las pensiones estarían
más garantizadas que dentro de España”, repite en cada mitin.
Ayer, en un acto en Sabadell, fue más allá y sostuvo que “con el
dinero de Cataluña se pagan las pensiones de algunos españoles”.
El presidente catalán basó su nuevo argumento en que, entre 1995 y
2010, Cataluña solo tuvo cuatro años de déficit en la Seguridad
Social, y España en su conjunto, diez. Pero Mas eludió las cifras
actuales, que justamente desmienten sus afirmaciones. A partir de
2010, Cataluña fue deficitaria en el equilibrio entre lo aportado y
recibido a las arcas de la Seguridad Social. Según los datos
disgregados por provincias, en 2010 la aportación total de Cataluña
fue de 18.422 millones, mientras que sus pensiones costaron 420
millones más, 18.842. El año pasado el desfase aún mayor. En 2011,
último ejercicio cerrado, Cataluña aportó a la Seguridad Social
18.373 millones, y recibió 19.541. Solo la provincia de Girona
registró un saldo positivo. Las cifras actuales no evitaron que Mas
echara mano de las pensiones, lamentando cómo el Gobierno las ha
usado para azuzar el miedo a una Cataluña independiente. “No
caigáis en este tipo de trampas”, pidió Mas, que reclamó mayor
comprensión del Estado hacia la solidaridad catalana: “Cuando un
país durante tantas décadas ha aportado tanto, en vez de amenazas y
hacerte campañas del miedo podrían tratarte con respeto y
consideración”. Al líder de CiU le molestaron las alusiones del
presidente Marianbo Rajoy a sus “agallas” para gobernar. El
dirigente catalán le afeó al líder del PP que critique su valentía
cuando Cataluña fue la primera en recortar y el Gobierno de España
esperó a las elecciones andaluzas. “Ellos no han tenido el coraje
de convocar elecciones. A ver si tendrían el mismo veredicto en las
urnas que hemos tenido nosotros”, espetó. El presidente catalán,
como ha ido haciendo toda la legislatura, se jactó de “dar la
cara”. Y aceptó que, gracias a fiarlo todo a su apuesta
soberanista, se salvará de la caída generalizada de los Gobiernos
en Europa por la crisis. “Nosotros tenemos una diferencia. Al lado
de los problemas tenemos un proyecto que despierta la ilusión de
mucha gente”.
Cataluña
y el Rey, según Pujol
Cuenta
El Mundo que el secretario general de CDC, Oriol Pujol, ha asegurado
que Cataluña está dispuesta a negociar con España su futuro
político pero que el problema es que la comunidad "tiene
enfrente al Rey Juan Carlos I".
En una entrevista en la emisora Cope, lo ha justificado alegando que
el Rey "ya ha tomado partido por una cosa muy determinada".
Por otra parte, Pujol ha explicado que los funcionarios europeos
recibieron llamadas de presión
para no acudir a la conferencia del presidente de la Generalitat,
Artur Mas,
en Bruselas. El dirigente de Convergència ha sostenido que "la
estructura fue presionada. Es sorprendente que hubiera tantos medios
internacionales cubriendo el acto y ningún funcionario europeo".
Al preguntársele por el hecho de que el empresariado no se esté
manifestando sobre un Estado catalán ni sobre un referéndum que lo
plantee, Pujol lo ha considerado normal y ha dicho que los
empresarios "se adaptan". En relación a un posible boicot
en España a productos catalanes, ha sostenido que los consumidores
seguirán buscando una buena relación entre calidad y precio, algo
que cree que ofrece Catalunya, y ha ironizado explicando que él no
dejará de comer jamón de Jabugo.
Y
Rey y la secesión catalana.
En
La Vanguardia, José Antonio Zarzalejos ha analizado la relación
Rey-Cataluña. Dice: Puede ser una casualidad histórica o no, pero
tres de los cuatro grandes Estados occidentales con más tensiones
secesionistas adoptan la forma de monarquía parlamentaria. Es el
caso del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, cuya
soberana, Isabel II, encarna la más alta magistratura de otros
quince estados, entre ellos Canadá, de tal manera que, aunque con
distinta intensidad, está concernida tanto por Escocia como por
Quebec. Y es el caso de Bélgica, en el que reina Alberto II, árbitro
eficaz y discreto de las aspiraciones de flamencos y valones. Y es
caso de España, donde la denominada Monarquía prosaica -título de
un ensayo de Miguel Ángel Aguilar Rancel y Óscar Hernández, un
tanto academicista pero certero en señalar la vulgaridad con la que
el sistema ha tratado y trata a don Juan Carlos, en parte por su
propia forma de entender la Corona- tiene un reto con el proceso
secesionista de Catalunya. No puede argüirse para descartar la
intervención institucional del Rey el desgaste de su reputación y
los avatares "no ejemplares" de miembros de su familia.
Porque en todas partes cuecen habas.
La muy reconocida Isabel II ha tardado tres lustros en recuperarse de su annus horribilis (1992) y Alberto II, rey de los belgas, ha recompuesto la institución después de rehabilitar su matrimonio con Paola -la antes glamurosa princesa de Lieja- y pelea ahora para que no se hunda la credibilidad de su heredero, Felipe de Brabante, al que un libro -Cuestiones reales- ha atribuido con pelos y señales una relación homosexual de modo que su actual matrimonio sería una mera tapadera para dar continuidad a la dinastía. Por su parte, don Juan Carlos, tras pedir perdón el 18 de abril pasado por su desafortunada escapada cinegética a Botsuana -gota que colmó el vaso de un comportamiento ya errático en determinados aspectos- se está empleando a fondo en una remontada que, con suerte desigual pero propósito de sincero compromiso, demuestra su capacidad estadista. El error de manifestarse a través de una especie de post en la web de su casa con palabras impropias -"quimera", "galgos y podencos"- acerca de los acontecimientos de Catalunya, no deja de ser un accidente -aunque serio- en el conjunto de una trayectoria de fina sensibilidad hacia el binomio unidad-diversidad que ha distinguido sus pronunciamientos institucionales sobre España y los españoles. Quienes suponen que don Juan Carlos sería un "Rey político" por intervenir en la cuestión catalana, se confunden. Lo hace -y ha de hacerlo con extremada discreción y las ideas muy claras- por razones constitucionales y desde una perspectiva institucional. La Constitución atribuye al Rey un simbolismo legitimador que consiste en representar la unidad y permanencia del Estado, que es justamente lo que está en juego. Don Juan Carlos sabe moverse en terreno difíciles, incluso más y mejor que en los sencillos. Frente a quienes se extasían con el saludo de Isabel II a Martin McGuinness, excomandante del IRA, habría que recordar que el Rey ha recibido sin pestañear en la Zarzuela a los representantes de la izquierda radical abertzale cuando la banda terrorista ETA estaba activa, como ocurrió en 1993 con un Jon Idigoras azorado. Por otra parte, el jefe del Estado se ha volcado personal e institucionalmente en presencias y afectos hacia los españoles más hostiles a su condición de tales. Don Felipe le está secundando con eficacia. No es posible, como también se supone de manera infundada, construir sobre un denominado pacto con la Corona -de evocaciones medievales- una alternativa al actual sistema. Las monarquías o son parlamentarias, o se extinguen, carecen de sentido. El Estado, como con una maestría realmente extraordinaria y con una ponderación intelectual y científica digna del mayor encomio, describe el historiador vasco Juan Pablo Fusi Aizpurua en su Historia mínima de España, se encuentra en una fase histórica que es la de la postransición. El gran papel del Rey fue, pues, anterior y la continuidad de la monarquía en términos de funcionalidad, requiere que su papel se renueve ejerciendo la moderación y el arbitraje en los desafíos actuales. El catalán es el más importante y respecto del que el Rey dispone de la auctoritas que se le reconozca, la persuasión que sea capaz de transmitir, la transversalidad con la que sepa moverse, pero todo ello resignado al cumplimiento de la propia razón de ser de la Corona: símbolo de la unidad y permanencia del Estado, como concepto más allá de este u otro modelo. Sus pares -Isabel II, Alberto II- han desempeñado ese rol. Don Juan Carlos sabe que la historia le contempla y el futuro le amenaza. No cabe ni un error más.
La muy reconocida Isabel II ha tardado tres lustros en recuperarse de su annus horribilis (1992) y Alberto II, rey de los belgas, ha recompuesto la institución después de rehabilitar su matrimonio con Paola -la antes glamurosa princesa de Lieja- y pelea ahora para que no se hunda la credibilidad de su heredero, Felipe de Brabante, al que un libro -Cuestiones reales- ha atribuido con pelos y señales una relación homosexual de modo que su actual matrimonio sería una mera tapadera para dar continuidad a la dinastía. Por su parte, don Juan Carlos, tras pedir perdón el 18 de abril pasado por su desafortunada escapada cinegética a Botsuana -gota que colmó el vaso de un comportamiento ya errático en determinados aspectos- se está empleando a fondo en una remontada que, con suerte desigual pero propósito de sincero compromiso, demuestra su capacidad estadista. El error de manifestarse a través de una especie de post en la web de su casa con palabras impropias -"quimera", "galgos y podencos"- acerca de los acontecimientos de Catalunya, no deja de ser un accidente -aunque serio- en el conjunto de una trayectoria de fina sensibilidad hacia el binomio unidad-diversidad que ha distinguido sus pronunciamientos institucionales sobre España y los españoles. Quienes suponen que don Juan Carlos sería un "Rey político" por intervenir en la cuestión catalana, se confunden. Lo hace -y ha de hacerlo con extremada discreción y las ideas muy claras- por razones constitucionales y desde una perspectiva institucional. La Constitución atribuye al Rey un simbolismo legitimador que consiste en representar la unidad y permanencia del Estado, que es justamente lo que está en juego. Don Juan Carlos sabe moverse en terreno difíciles, incluso más y mejor que en los sencillos. Frente a quienes se extasían con el saludo de Isabel II a Martin McGuinness, excomandante del IRA, habría que recordar que el Rey ha recibido sin pestañear en la Zarzuela a los representantes de la izquierda radical abertzale cuando la banda terrorista ETA estaba activa, como ocurrió en 1993 con un Jon Idigoras azorado. Por otra parte, el jefe del Estado se ha volcado personal e institucionalmente en presencias y afectos hacia los españoles más hostiles a su condición de tales. Don Felipe le está secundando con eficacia. No es posible, como también se supone de manera infundada, construir sobre un denominado pacto con la Corona -de evocaciones medievales- una alternativa al actual sistema. Las monarquías o son parlamentarias, o se extinguen, carecen de sentido. El Estado, como con una maestría realmente extraordinaria y con una ponderación intelectual y científica digna del mayor encomio, describe el historiador vasco Juan Pablo Fusi Aizpurua en su Historia mínima de España, se encuentra en una fase histórica que es la de la postransición. El gran papel del Rey fue, pues, anterior y la continuidad de la monarquía en términos de funcionalidad, requiere que su papel se renueve ejerciendo la moderación y el arbitraje en los desafíos actuales. El catalán es el más importante y respecto del que el Rey dispone de la auctoritas que se le reconozca, la persuasión que sea capaz de transmitir, la transversalidad con la que sepa moverse, pero todo ello resignado al cumplimiento de la propia razón de ser de la Corona: símbolo de la unidad y permanencia del Estado, como concepto más allá de este u otro modelo. Sus pares -Isabel II, Alberto II- han desempeñado ese rol. Don Juan Carlos sabe que la historia le contempla y el futuro le amenaza. No cabe ni un error más.
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