El consejo de ministros suele dar comienzo a las diez, o
minutos antes, si todos los ministros han llegado al palacio presidencial. Este
vienes era diferente: algunos ministros habían madrugado un poco más, y un ministro
dejaba de serlo en los minutos anteriores al comienzo formal de la reunión de
cada viernes. El ministro Soria, de Industria y Turismo, que durante toda la semana ocupó espacio muy
preferentes en lo medios de información por sus manifestaciones sobre Los
Papeles de Panamá y participación en sociedades instaladas en Panamá, finalmente, atendía a la invitación
apenas sugeridas de su amigo Rajoy: Déjalo y vuélvete a las islas, José
Manuel. Venía a decirle, casi sin palabras y con gesto
serio, casi lloroso. Soria ha sido un colaborador intenso, activo, pero no
leal. Le había fallado en su punto más delicado. La corrupción y las cuentas
opacas…, y había forzado a que sus compañeros de Gobierno se solidarizaran
ciegamente con él, y le manifestaran su pleno apoyo… Y de hecho, ha sido una argumento para que el
propio Rajoy haya vuelto a pensar en la conveniencia de su propia retirada de
la política activa, arrastrado por la marea de la corrupción que h alcanzado en
el PP niveles nunca vistos y jamás soportados. Una y otra vez, a los oídos de
Rajoy han tenido que regresar las acusaciones que durante la campaña le arrojó
su adversario Sánchez a la cara, en un debate televisivo durísimo:. Usted es un
deshonesto, señor Rajoy. Usted no está capacitado para encabezar la necesaria
regeneración de su partido ni de l vida política española.
De manera que Soria ahondaba definitivamente en esa crisis
personal de Rajoy y del PP, contra la
que Rajoy se veía impotente y definitivamente superado. ¿Por dónde empezar, si
hasta el alcalde de Granada ha pasado a engrosar la relación de tiznados por
procedimiento de corrupción? ¿Qué ha fallado, qué está fallando para que todos
sorprendan que ya no cabe una gota más
de esta pócima en el vaso de lo que una nación puede soportar… Las
declaraciones incongruentes y a menudo contradictorias de José Manuel Soria habían
llevado al propio Rajoy a una situación de paroxismo e histeria que pocos
recordaban a su alrededor. Su secretario particular, Moragas, e hebía
trasladado a entrevistarse con Soria y reclamarle declaraciones normales y
definitivas, o bien, a abandonar el equipo ministerial. Soria no tenía nada que
argumentar a su favor, y finalmente, cedió, finalmente, a una presión que por días se había
convertido en insoportable, como el propio Rajoy le recordaba uno y otro día.
Por si fuera poco, a caso Soria y al caso de Granada, se
habían sumado en los mismos días los casos de Manos Limpias y de Ausbanc, el
caso Mario Conde… ¿Quién más faltaba? ¿Qué podría expresar el desaliento, el enfado, el enorme cabreo
del presidente, cuando sólo faltaba una semana para que se procediera a una
nueva sesión de investidura presidencial para la que ya no estaba preparado
moralmente…? Ya nadie e podría cree que el PP había hecho todo lo que estaba en
sus manos para atajar ese mal y esa marea negra del tsunami que desolaba todo a
su paso…
Rajoy sentía que, tras la marcha de Soria, ya nada se oponía
a las críticas directas a su persona y las reclamaciones de dimisión
fulminantes y reiteradas por parte de Ciudadanos, PSOE y Podemos… incluso en su
propio partido, el desnortado y confuso PP…
A Rajoy le siguen sonándole los oídos cada vez con más
frecuencia: Vàyase, señor Rajoy. Se lo dicen Aznar, Aguirre, su propios
ministros y los secretarios del partido,
la vicetodo Santamaría…, los dirigentes de los partidos alternativos y
rivales… la opinión pública y la publicada, salvo el comisario Marhuenda… España to es un clamor: váyase cuanto antes,
señor Rajoy. No ha hecho usted nada contra la corrupción, que ha terminado por
alcanzarle a usted mismo...
JOSÉ CAVERO