Rajoy y
Rubalcaba, un difícil entendimiento
Es evidente que, ala hora de elegir entre atender al
Gobierno o prestar atención a la Oposición, el primero, sea del color que sea,
vence y con mucha diferencia para los medios, los informadores, los
comentaristas o tertulianos… Más aún si, además, el Gobierno se empeña en
prestar una atención decreciente a la Oposición, que es lo que viene sucediendo
en los últimos meses. En uno de los últimos plenos del Congreso, tuvimos
oportunidad de ver una abierta oferta de Rubalcaba a Rajoy para cooperar juntos
en la salida de la crisis. El presidente respondió con una amabilidad forzada:
me ofrece colaboración, vino a reprocharle, pero me niega el apoyo en la
derivación de la reforma constitucional que Zapatero me pidió que nosotros
apoyáramos y que apoyamos a la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Esa parece
que ha sido una prueba decisiva para romper el posible entendimiento de
Gobierno y Oposición, o por mejor decir, entre Rajoy y Rubalcaba. En ese punto,
y en la entrevista que mantuvieron ambos y cuya existencia Rajoy reveló, pese a
su compromiso de no hacerlo. Rajoy se mostró amable con su primer oponente, y admitió
que normalmente puede ser bueno hablar con los socialistas, aunque éstos no
apoyen siquiera las leyes que, en su opinión, debieran apoyar. También ha de pesar la escasísima o nula
cooperación que el PP de Rajoy dio a Zapatero cuando la crisis empezó a ofrecer
su rostro más agresivo, y cuando Arriola recomendó a su cliente Rajoy “no hacer
nada”, porque el viento de la situación le conduciría, inevitablemente, a la
Moncloa…
Y mientras tanto, el PSOE sabe que sólo llegará a ser
“interlocutor válido” para un PP, crecido y autosuficiente por causa de la
mayoría absoluta de la que gozan y disfrutan, cuando se robustezca y se haga
imprescindible. En algunas cuestiones empieza a serlo, porque la estrategia liderada desde hace apenas cien
días por Rubalcaba empieza a dar
sus frutos. Por ejemplo, el PSOE ha pasado de perder todo su poder autonómico a
recuperar algunos "espacios de poder" territorio, como ha sucedido en
Andalucía y Asturias y se mantiene en País Vasco, pese a la negativa del socio
Basagoiti, y en Canarias. Son cuatro enclaves muy a tener en cuenta, dentro del
“azul intenso” del respeto de la Nación. Sobre todo, cuando se han producido
algunos “pinchazos” notables en las cuentas de gobiernos regionales del PP,
como Madrid, Valencia, Castilla y León…
Tampoco anda muy sobrado el PP en sus relaciones con los convergentes
catalanes, que observan que no hay contraprestaciones
a las amabilidades dialécticas de la señora Sánchez Camacho. Como se observa
este domingo en un análisis de la situación que publica La Vanguardia, la
dirección del PSOE ya habla del "comienzo de la recuperación", al
rememorar las victorias en Andalucía y en Asturias. Tras los dos éxitos,
Rubalcaba señaló que éstos no es más que “un paso adelante en un camino que
para el PSOE tiene como objetivo recuperar la confianza mayoritaria de los
ciudadanos españoles. El camino es largo y tenemos que esforzarnos mucho".
El PSOE de Rubalcaba y Valenciano, de otro lado, sabe que valen, por igual, sus
propias esfuerzos y éxitos, como las dificultades que sigue comprobando el
Gobierno del PP: No logra elevar la confianza, ni reduce las cifras del paro,
ni siquiera se permite dar esperanzas alentadoras para un futuro a corto o
medio plazo, por más que De Guindos y Montoro hayan coincidido, recientemente,
en hablar de “rayos de luz”, el primero, y de que –según palabras de Montoro- "pronto
tendremos un cambio de escenario económico que propiciará un programa
parlamentario capaz de estimular la economía y la creación de empleo".
¿Cuándo llegará ese “pronto” de Montoro, y cuándo empezaremos a ver esos rayos
esperanzadores de De Guindos? De momento, sucede lo contrario. Las
apreciaciones sobre la marcha de las
cosas siguen siendo tan desalentadoras como en los comienzos de una crisis que
ya va por su quinto año, y sobre la que hay opiniones muy diferentes sobre si
avanza hacia su final o hacia un agravamiento. Las declaraciones de los
políticos, demasiado a menudo, contienen previsiones nada optimistas, o se
limitan a rechazar, como ha sucedido en los últimos días, hipótesis aún peores:
Corralito, intervención de bancos españoles…
Una cosa buena tiene esta nueva coyuntura: el PP
empieza a olvidarse de que Zapatero fue “el gran causante de todos los males”,
tal vez empiece a admitir que su nula cooperación con el Gobierno anterior
cooperó a empeorar las cosas, y observa a diario que está a remolque de lo que
determinen la canciller Merkel y algún comisario comunitario… Sobre este
particular, es seguro que Rajoy y Zapatero ya empiezan a tener experiencias
compartidas.
JOSÉ CAVERO
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