martes, 1 de julio de 2014

Estreno vaticano de los Reyes La visita de los jefes de Estado al Vaticano parece que lleva consigo alguna clase de paz interna o de efecto de tranquilización. Don Felipe y doña Letizia superaron ese primer viaje internacional con esas dosis de paz y relajación, y sin apear la sonrisa. Don Felipe invitó repetidamente al Papa a efectuar una visita a España el año que viene, y los calendarios de los correspondientes estados determinarán si eso es posible, cómo y cuándo. De momento, parece que el Gobierno aplana algunas dificultades, como la ley del aborto, que ha vuelto a su rigidez anterior en materia de fetos con problemas mentales. Gallardón no quiere, ni mucho menos, dar la impresión de que cede a la presión de la mayor parte de la población, en términos generales no disconforme con el texto vigente, y desconfiada del texto que el PP-Gallardón les ofrece. Si la ley funciona, y lo hace a satisfacción de la mayoría de la población, ¿por qué hay que modificarla y regresar a criterios ya superados y nada requeridos por la población? Es lo que tienen los gobernantes fanáticos, que nos aspiran a salvar a todos, incluso en contra de nuestra voluntad. Hagan leyes adecuadas, eficaces, y alejen esos deseos permanentes de cambiar a gustos personales, sin otra razón que “la propia conciencia”. Una conciencia, por lo que se ve, acomodaticia, y dispuesta a adecuarse a las circunstancias cambiantes de la vida. Si su hijo conduce inadecuadamente un vehículo de su propiedad, señor Gallardón, tiene usted un deber de proporcionar explicaciones y dar la cara, y no exculparse diciendo que “hoy no toca hablar de esas historias de la familia”. Don Gallardón parece que nació con el fuero de español exquisito y singular en la boca. Para él están hechos, más que para cualquier otro, las condiciones de aforado, las normas específicas, los protocolos rancios. El no es un cualquiera. Ni él ni sus fiscales adictos… Por cierto, que la dirección del PP lanza ahora la idea de mejorar las condiciones generales de nuestra democracia, por ejemplo, eliminando unos cuantos cientos, y posiblemente miles, de personas aforadas. Y reduciendo ayuntamientos, concejales., diputados autonómicos. Llevan tres años en el poder, y ese tipo de promesas y compromisos ya los anunciaron en las primeras semanas, pero se les habían olvidado en aras de reducir costes de sanidad, educación, dependencia… Ahora se vuelve sobre aquellas promesas, también olvidadas, de eliminar duplicidades administrativas, de reducir coches oficiales, empresas públicas autonómicas por centenares… Todo eso se les olvidó en los tres últimos años, y a medida que se aproximan las fechas de las elecciones, se van recordando viejas promesas. Pero ya se sabe que PP y promesas son términos incompatibles de suyo. Incluidas las rebajas fiscales, ya anunciadas, y que desconciertan, primero, y enfadan luego, a la mayoría. Hay algunos beneficiados, pero son los menos, y la cacareada reforma se ha quedado en reformita, de pequeñas dimensiones y revisable… , en razón del alboroto que ha logrado provocar en la opinión pública. ¿A eso le llaman mejoría de nuestra calidad democrática? En otras fuerzas políticas también se empiezan a hacer esfuerzos de acomodación y puesta al día. La izquierda de IU y Podemos, de una parte. Los socialistas, de otro lado. Y veremos qué otras tendencias quedan en el panorama: nacionalistas, UPyD, Ciudadanos… No está ni mucho menos, claro, que el bipartidismo vaya a desaparecer de un día para otro, aunque empieza a asustar la eventualidad de un entendimiento entre IU, Podemos y PSOE. La izquierda viva. De ahí que Pablo Iglesias, en particular por sus presuntas relaciones con el mundo etarra, esté suscitando desconfianza y ataques “masivos” por parte de los bienpensantes. El entusiasmo de los primeros días por el líder de Podemos, se está convirtiendo en campaña de persecución feroz. Iglesias y Monedero no dan abasto a dar tantas explicaciones como se les requieren. Pero, por debajo de esas inquietudes, probablemente late el miedo a que se puedan organizar de otro modo las fuerzas de la izquierda. Aunque aún es mucho lo que queda por hablar. JOSÉ CAVERO

No hay comentarios: