lunes, 1 de junio de 2015

La gran pitada Hoy se reúne la Comisión antiviolencia, y deberá determinar las probables sanciones que podrían imponerse a los clubs organizadores del encuentro de la Copa del Rey de Fútbol, desarrollado entre el Barsa y el Atlétic de Bilbao en el Estado de Camp Nou. Desde que tuvo lugar el encuentro, se ha hablado, por supuesto, del resultado y de los golpes de Messi, pero al menos otro tanto ha dado que hablar el gran incidente de la pitada que se hizo coincidir con el Himno nacional. Con la circunstancia agravante de que al lado del Rey con Felipe estaba, con una media sonrisa burlona, el presidente de la Generalitat catalana, el independentista Artur Mar, que parecía complacido con la actitud de los ciudadanos que impedían escuchar el himno con un mínimo de cortesía y respeto. Ya era sabido, por los antecedentes de otras competiciones del mismo signo, que se produciría esa gran pitada. Estaba descontado que así sucedería, y eso sólo se pudiera haber evitado, tal vez, llevando la celebración deportiva a Sevilla, a Murcia, a La Coruña… Pero en Barcelona, y con el número espectacular de catalanes y vascos presentes, hubiera sido inconcebible que la pitada no se hubiera producido. ¿Y ahora, qué? Ahora hay división de opiniones: Mas y sus afines creen que mejor no menear más el asunto, y que conviene dejar pasar por alto las consecuencias sancionadoras. Otros, en cambio, reclaman severas sanciones a los desleales a la Corona y a su representante máximo, el Rey. Lo más probable es que hoy se determinen sanciones, y que el Estado se beneficie de esos ingresos previsibles… ¿Y el año que viene? Otra pitada, y más sanciones, con bastante probabilidad, porque la “libertad de expresión” que algunos defienden en este caso, se hará notar y volverá a tener vigencia. Salvo que alguien pudiera sancionar la media sonrisa burlona de un irrespetuoso con el Estado español como son Mas y sus gentes… Hoy mismo tenemos las declaraciones de la próxima alcaldesa barcelonesa, Ana Colau, que anuncia su propósito de desobedecer las leyes injustas. ¿Es ella la adecuada para determinar qué leyes son o no son injustas? ¿No estamos llegando a una situación preanárquica y de desobediencia civil frecuente? Entretanto, no terminan de iniciarse los pactos para la alianza de partidos que completen las mayorías en ayuntamientos y comunidades. Podemos y PSOE se pelean por condicionar al otro, algo que podría conducir la situación a otros casos similares al andaluz, donde pasan las semanas y los meses sin que termine de producirse la investidura de la candidata más votada, Susana Díaz. Esa misma situación, repito, podría repetirse en otras varias comunidades y ayuntamientos, con el desprestigio añadido para los partidos, los viejos y los emergentes, por igual. ¿Alguna vez se impondrá el buen criterio, por encima del protagonismo de los líderes y de las condiciones previas entre los pactantes? De m omento, ya ha aparecido un probable corrupto entre los miembros de la candidatura de Cristina Cifuentes, lo que podría complicar la investidura de la candidata del PP a la autonomía de Madrid. Es sabido que, para Ciudadanos, ésa es la primera condición, la inexistencia de corruptos, y que, en caso de haberlos, procede a la limpieza radical y fulminante del personaje. Cifuentes se encuentra, por tanto, frente a sus propias convicciones y a las exigencias de Ciudadanos, para poder constituir esa alianza por la que aspira. Luego, le faltará la otra condición: la existencia de primarias en el seno del PP madrileño, que también condiciona y exige el socio Rivera. A este paso, podríamos tener en Madrid otro casi similar al andaluz, de demoras sucesivas hasta que se produzcan las condiciones exigidas por los nuevos socios. Pero hasta que todas esas exigencias no se cumplan, no será posible saber cuántos gobiernos autonómicos y municipales ha perdido el PP o han ganado socialistas, Podemos y Ciudadanos. LA estadística también deberá esperar y ver… JOSÉ CAVERO

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