miércoles, 4 de mayo de 2011

MEDIDAS PREVENTIVAS CONTRA EVENTUALES REPRESALIRAS DE LOS SEGUIDORES DE BIN LADEN

MIEDO AL CAUDILLO MUERTO
Nadie duda de que el caudillo del fanatismo islamista Osama Bin Laden suscitaba grandísimo terror en el mundo, particularmente en lo que llamamos Occidente: Desde las Torres Gemelas de Nueva York a los trenes de cercanías de Madrid, el metro de Londres, embajadas africanas, hoteles de India o de Marruecos..., fueron escenarios de las actuaciones sangrientas de los franquiciados de Bin Laden y su “base”, Al Qaeda. Por más que, en la hora de su muerte, la presidenta de Madrid haya pretendido “tachar” de esa lista el más sangriento atentado terrrorista causado en Europa, en los ya mencionados trenes de cercanías de Madrid. Varios medios informativos han resucitado en las últimas horas las declaraciones tanto del propio Bin Laden como de su segundo, para recordar esa “mala memoria electoral de Aguirre”. Curiosamente, el PP vuelve a mostrar una notabilísima incongruencia: prefiere seguir pensando que ETA programó aquellos sangrientos atentados de los trenes y, al mismo tiempo, sostienen que el Gobierno de Aznar, a esas alturas de su segunda legislatura, tenía ya contra las cuerdas a la banda terrorista. ¿En qué quedamos, estaba a punto de ser derrotada, o estaba en condiciones de cometer el crimen que, al mismo tiempo, se apuntaban los fanáticos islamistas por la colaboración de tropas españolas en la invasión de Irak?
Lo cierto es que si a las actuaciones pavorosas de Bin Laden y sus “franquiciados” en medio mundo se le han llegado a atribuir y calcular del orden de ocho mil muertos, empezando por los tres mil habitantes de Nueva York, sin embargo, su desaparición trae consigo una mezcla extraña de buenos y malos presentimientos. Bin Laden ya no tramará nuevas maldades, pero seguramente sus secuaces aspiran a rendirle tributos póstumos en forma de nuevos atentados “al estilo del caudillo muerto”, o sea, a lo grande. Hay un indudable miedo a las reacciones que ahora pudieran suscitarse, y programarse, desde ese mundo del radicalismo fanático “color Corán”. Es evidente que el terrorismo, particularmente el de origen islamista y radical, ha venido a convertirse en los últimos tiempos en un nuevo tipo de guerra masiva y devastadora de la que muchos somos, o podemos ser, víctimas propiciatorias.
De ahí que los gobiernos occidentales, empezando por el estadounidense, han tenido una doble pulsión, y preocupación en las últimas horas, tras conocer la muerte de Bin Laden. De un lado, un cierto alivio porque desaparecía el gran enemigo de Occidente. Pero, al mismo tiempo, se ha extendido una apreciable preocupación por la venganza que pudieran organizar sus secuaces. ¿Llegará a nuestro país esa venganza? El núcleo del Gobierno dedicado a asuntos de Seguridad y Defensa se reunió este martes para examinar esas posibilidades, así como la oportunidad de incrementar los niveles de prevención ante cualquier eventualidad. Llegó a la conclusión de que nuestros niveles de prevención son suficientes, si bien el presidente Rodríguez Zapatero aseguró que “se han tomado todas las medidas ante los riesgos”, reforzándose las medidas de seguridad allí donde pudieran observarse “debilidades”, como embajadas -o sedes empresariales en esas mismas zonas del mundo: norte de Africa, el Sahel, Afganistàn y Pakistán..., o de servicios públicos. El Gobierno, asimismo, alerta a empresas, cooperantes y “oenegés” situados en zonas de Al Qaeda. Nadie duda de que “vienen semanas y meses delicados”. No es algo extraordinario en nuestro país: Los franceses verán reforzadas también sus embajadas y hasta sus escuelas, y en Gran Bretaña se reforzará la alerta severa que ya estaba en vigor. No digamos en Estados Unidos, donde se aumenta la vigilancia de manera generalizada. En términos generales, se refoezará la seguridad en aquellos países que han demostrado tener mayor presencia de Al Qaeda, en algunos casos, con el envío de “geos” a las representaciones diplomáticas. No puede pasarse por alto que tanto Bin Laden como su sucesor han puesto reiteradamente en su punto de mira al mitificado Al Andaluz español... De maneras que vamos a asistir, o estamos empezando a “disfrutar” de un cierto “·blindaje preventivo”, ante la eventualidad de alguna clase de represalia. De manera que, si bien el “caudillo muerto”, suscitaba temor estando vivo -y ahora se sabe que en los últimos seis años apenas salió de su residencia pakistaní, ahora seguirá causando miedo tras su “ejecución sumarísima”. Nadie debe olvidar que el caudillo muerto originaba, por igual, esos terrores y temores en la parte del mundo que aspiraba a “extirpar”, pero también una reverencia significativa entre sus “fieles”, dispuestos, como a menudo hemos podido comprobar, a morir matando por sus creencias y contra sus enemigos.
Ya es sabido que la seguridad personal colabora en la seguridad general, y que la prevención es clave en situaciones como ésta...

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