viernes, 3 de junio de 2011

EL GOBIERNO DEBERÁ LEGISLAR Y APROXIMARSE AL CONSENSO

OTRO FRACASO EN LA NEGOCIACIÓN SINDICAL
Lamentablemente, se cumplieron los peores pronósticos, y las negociaciones que han mantenido durante meses los dirigentes sindicales con los dirigentes de la patronal, terminaron sin acuerdo, y como sucedió con la reforma del mercado laboral, deberá ser el Gobierno el que determine las reglas de comportamiento de la negociación colectiva, la última de las reformas exigidas por lo que llamamos “los mercados” y las instituciones y organismos internacionales, la UE, el FMI, etcétera. De manera que ya este mismo viernes, el Consejo de Ministros estudia un primer informe sobre esa reforma de la negociación colectiva después de que patronal y sindicatos dieran ayer por terminadas sus fracasadas reuniones.. La reforma, sin embargo, no se aprobará hasta el siguiente Consejo de Ministros, del próximo 10 de junio. Curiosamente, una vez rotas las negociaciones, que en los últimos días ya habían dado señales de alarma, las dos partes se han acusado de lo mismo: los sindicalistas al presidente de la CEOE Rosell, y éste a Méndez y Toxo, se han intercambiado la acusación de falta de valentía del contrario para abordar y resolver los problemas pendientes. Toxo y Méndez acusaron a Rosell de ceder a la presión medioambiental y al miedo escénico, y éste afirma que ellos han sido demasiado prudentes y debieran haberse comportado con mayor valentía. De manera que está por ver ahora si el Gobierno se muestra valiente y solidario con los unos o con los otros... Repetidamente, las centrales habían advertido, asimismo, que los resultados de las elecciones del pasado día 22 tendrían influencia “conservadora” y negativa para el texto que se estaba elaborando. Y muchos han apuntado en los últimos días al giro que la CEOE introdujo en las negociaciones por inducción de la patronal madrileña que preside Arturo Fernández, estrecho amigo de Esperanza Aguirre. Los sindicatos, en efecto, atribuyeron el cambio y la “marcha atrás” a un documento que hace unos días, tras las elecciones, difundió la CEIM madrileña. UGT y CCOO achacan el fracaso a “la rebelión interna” que se habría producido contra el “presidente catalán”, Rosell, tras las elecciones. Lo cierto es que ya en febrero del año pasado, siendo presidente de CEOE Díaz Ferrán, los dirigentes de CCOO, UGT , CEOE y Cepyme se comprometieron a reformar la negociación colectiva con el propósito fundamental de “flexibilizarla”, y de conseguirlo en medio año... Se trataba de hacer una reforma de la negociación colectiva que lograra hacer más flexible el día a día de las empresas y que evitara la judicialización de las relaciones laborales. A lo largo de las negociaciones, tuvimos noticia de dificultades y parones, pero también de la decidida voluntad declarada de superar los escollos. Finalmente, ya en el presente año, el Gobierno se vio impelido a fijar una fecha límite, que prorroga varias veces, -en marzo, en abril, en mayo, y así llegamos a los primeros días del presente mes de junio...- para que los negociadores lleguen a un acuerdo. Finalmente, se rompe el juego y la baraja, y deberá ser el Gobierno el que legisle, mientras economistas y empresarios exigen una reforma inmediata y que no se haga esperar más. Las posiciones se distanciaron en los últimos días en aspectos como la flexibilidad interna, la ultraactividad y la relación entre salarios y productividad. La CEOE, según un relato neutral de los acontecimientos, defendió mayores márgenes para que la empresa pueda definir las condiciones de trabajo y adaptarse con rapidez al ciclo económico. CEOE pide reducir de 43 a tan solo siete los tipos de contrato para facilitar la creación de empleo y solicita que los convenios caduquen para evitar la prórroga histórica de derechos, además de reclamar que las subidas salariales se vinculen al aumento de productividad y ventas que consiga la empresa. Por su parte, los sindicalistas han exigido que todos los cambios en la forma de trabajar, es decir, horario, ubicación geográfica y funcional, sean negociados y autorizados por ls comisiones paritarias, que tendrán poder de decisión en las pequeñas y medinas empresas. También proponen que los convenios sigan vigentes más allá de su caducidad (la famosa ultraactividad). La estructura debe mantenerse de forma que los convenios del sector primen sobre los de empresarios. Y deben ser negociadas las llamadas “cláusulas de descuelgue”... Los sindicatos quieren que las cuestiones más relevantes como la estructura salarial, se queden en el ámbito estatal, y que cuestiones como la ordenación del tiempo del trabajo también se engloben en los convenios de ámbito superior. Hay coincidencia en señalar que la prórroga de los convenios y su ámbito, el arbitraje, el papel de las comisiones paritarias y la flexibilidad interna han sido los temas más espinosos de la negociación y los que más desacuerdos han provocado. La ruptura definitiva ha estado marcado por esa reiterada cuestión del descuelgue de los convenios, de su no aplicación a los emprendedores y al personal directivo.
Finalmente, la ruptura de las negociaciones entre los secretarios generales de CCOO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, respectivamente, y el presidente de la CEOE, Juan Rosell, ha hecho que sea el Gobierno el que tome las riendas para aprobar su propia reforma.. El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, ya había apuntado la posibilidad de que el Ejecutivo partiría, en esa hipótesis, desde los puntos de encuentro constatados entre las partes, dejando claro que tratará de buscar un "equilibrio" entre flexibilidad interna en las empresas y la protección de los derechos de los trabajadores. Y se cree, en efecto, que el Gobierno apostará por acudir a mecanismos de arbitraje en caso de conflicto y porque la nueva normativa no contemplará el decaimiento de los convenios colectivos cuando no haya acuerdo para su renovación. Ahora, el objetivo será acabar con la letra pequeña y las cláusulas "draconianas" existentes en algunos contratos de las empresas.. Terminar de elaborar unas normas que hicieron imposibles la inflexibilidad de los dos interlocutores, y que, con toda certeza, no complacerá a ninguna de las dos partes...

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