El inflexible recorte de gastos de las Comunidades Autónomas
Tras conocerse el pasado viernes tanto el déficit que el Gobierno se ha propuesto reducir hasta el 5,8 por 100 este año, como también el techo del gasto para Gobierno central ,los gobiernos regionales, los municipales y la Seguridad Sopcial -es decir, todos los componentes del PIB nacional-, hoy corresponde el turno, encargado a Cristóbal Montoro, de terminar de convencer a los consejeros de Economía y Finanzas de las Comunidades Autónomas, si aún no lo estuvieran totalmente, de ceñirse a esa elevación máxima de punto y medio, y ni una décima más, del gasto. En vísperas de esa reunión trascendente que esta tarde mantendrá el Consejo de Política Fiscal y Financiera, Montoro y Rajoy han empleado el mismo calificativo: serán inflexibles en exigir ese cumplimiento estricto. Lo hacen desde el recuerdo de que, hace sólo un par de semanas, se hizo público el “descontrol autonómico” que había destrozado la previsión del seis por ciento comprometido para todo 2011, elevándolo hasta el 8,5 por 100. Rajoy, Montoro y De Guindos no quieren que se produzca ese mismo desmadre, que podría resultar muy caro, sobre todo, a la reputación de quien falle esta vez: el Estado o la Autonomía correspondiente. Para ceñirse a ese punto y medio porcentual, las Comunidades Autónomas deberán recortar sus gastos, en relación a lo gastado el pasado año, en nada menos que quince mil millones de euros. Y en ese punto hemos presenciado ya algunas “rebeliones”: las más clamorosas y abiertas son las que han protagonizado Andalucía y Cataluña, en manos de presidentes ajenos al PP. Los presidente autonómicos restantes, que son casi todos del PP, salvo Euskadi, Canarias y Asturias, pueden tener reservas mentales, pero, como ya advertía este lunes el propio ministro Montoro, no tendrán la ocurrencia, siquiera, de hacer públicas esas complicaciones que, inevitablemente, comprobarán al hacer un recorte tan sustancial. Sería, ha advertido, un flaco favor a su reputación... O sea, pasarían a engrosar el cuadro de deshonor autonómico, que en el último año habían mantenido Castilla la Mancha, y Extremadura, por haber batido todos los excesos en el gasto.
¿Cómo lograr esos recortes, cuya severidad, sobre todo comparada con la indulgencia que el Gobierno central tiene consigo mismo, repugnan a los territorios ajenos al “mapa azul” del PP? Porque se trata de no superar ese 1,5 por 100... mientras se mantienen los compromisos, por lo menos, en las asignaturas principales que tienen a su cargo las Comunidades: las atenciones sanitarias, la educación, y los servicios sociales, o dependencia. En esas materias no cabe la relajación, por lo que deberán buscarse otras vías y otros cauces para aliviar gastos. Por ejemplo, la supresión de empresas públicas superfluas, la supresión de servicios que estén repetidos en la Administración central, y sobre todo, la paralización de obras y proyectos del tipo de los que han escandalizado al país en los últimos años, y que han florecido, particularmente, en la Comunidad Valenciana. Desde la Terra Mítica de Zaplana, hasta los asombrosos “donativos” de las Comunidades valenciana y balear a Urdangarín, pasando el patrocinio de “operaciones” publicitarias como la Fórmula 1, la Copa América, o los edificios de Calatrava, a cargo del Gobierno valenciano de Camps, patria también de los casos Gurtel y Brugal, la construcción de “aeropuertos sin aviones”, uno en Castellón y otro en la Mancha, la enloquecida Ciudad de la Cultura de Gaiás, iniciada por Fraga y continuada por sus dos sucesores en la presidencia gallega, y con unos costes que ya... ni se sabe por dónde van. Tal vez más de 500 millones de euros. La ciudad de la Justicia de Esperanza Aguirre, que finalmente parece que afrontará ahora de nuevo, tras el gasto espectacular anterior, en un formato de “low coste”, el no menos caro y pretencioso edificio Niemeyer, que Cascos ha dado por concluido en Avilés, los EREs andaluces, las embajadas catalanas (y de otras regiones) por el mundo, la megalomaníaca Calle-30 que Gallardón dejó en herencia a los madrileños, las autovías autonómicas que Ibarra construyó en Extremadura, las carísimas televisiones autonómicas valenciana, andaluza, catalana, madrileña. Y así sucesivamente. Una serie interminable de “chocolates del loro” que han arrojado por el inodoro muchísimos millones conseguidos de los impuestos de los ciudadanos contribuyentes.
Todo eso tiene que acabar de manera radical, inflexible. Y para que no les falte el dinero imprescindible, las Comunidades recurrirán al céntimo sanitario de la gasolina, o al copago en las farmacias o en las urgencias sanitarias. Y, sin duda, el hecho de que Mariano Rajoy se esté comprometiendo personalmente en la consecución de esos recortes, ayudará de manera sustancial a su cumplimiento. Los consejeros autonómicos aclararán conceptos con Montoro, pero no se atreverán a replicarle sobre el exigente objetivo a alcanzar. “A ninguna comunidad o ayuntamiento le conviene pedir que le flexibilicen el déficit”, ha advertido don Cristóbal.
martes, 6 de marzo de 2012
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