sábado, 29 de marzo de 2014

Hora de rectificaciones en el PP El Gobierno camina por estar fechas por la senda de la rectificación: Se ve forzado a rectificar en materia de Seguridad Ciudadana, y rectifica también en materia de restricción de manifestaciones. Las dos son pruebas manifiestas de la lucha interior que se produce, un día sí otro también, en el seno del PP entre menos tolerantes y más tolerantes, entre liberales y totalitarios, entre radicales y menos radicales… Lo cierto es que en todas esas peleas está Fernández, y en todas aparecen, él y sus adláteres, en el bloque de intolerantes de cada día. En esta materia de las manifestaciones, Ana Botella ha estado ala cabeza de los reclamantes, con el apoyo de Ignacio González, y se supone que también de Esperanza Aguirre, que está en todos los guisos madrileños. Y por el contrario, en el bando adversario ha peleado Cristina Cimientes, la delegada del Gobierno. Fernández, con Cosidó y algún colaborador más, les ha correspondido situarse en esenismo frente duro, frente a los constitucionalistas, ni más ni menos, que han recordado que hay derechos, como las manifestaciones, que son una de las expresiones más claras y visibles de una democracia, por más que no complazcan al gobierno de turno. Por cierto, que en esa relación de rectificaciones imprescindibles, Gallardón podía apuntarse el tanto de echar al cubo de la basura su proyecto de ley del aborto, tan denostada por muchos, incluida una parte del PP. Gallardón resiste, aunque últimamente prefiere callar y pasar del tema. Probablemente porque se aproximan las elecciones al Parlamento europeo, y no interesa dar más argumentos a los contrarios. Gallardón ya ni siquiera cuenta con Rouco Varela y Martínez Camino, sustituidos por Blázquez, muchos menos beligerante que sus antecesores. ¿Y Rajoy, qué dice Rajoy de estas materias? En ocasiones, se manifiesta, por voz propia o por la de la vice-Sáenz de Santamaría. Le cuesta mucho, porque no quiere “deshacer empates” en materias en las que chocan los militantes populares. Prefiere no hablar de la valla de Melilla, ni de los violentos gallegos llegados a Madrid “para armarla”.Ni tampoco del Fran fiasco de las autovías de peaje madrileñas, que se empeñó en construir Esperanza Aguirre contra muchas opiniones adversas. Y por supuesto, prefiere no halar de su examigo Bárcenas, ni darle pleno apoyo a Gallardón, a quien dispensa de gran favor, pero al que no le gustaría que le hundiera los resultados electorales con una ley que le importa escasamente, y contra la que Santamaría es probable que se haya decantado. En cuanto a Cristobalito Montoro, si se hicieran encuesta sobre individuos más impopulares del Gobierno, ahí estaría él con todo derecho y merecimientos. Don Cristóbal tiene la virtud de molestar a casi todos casi siempre. Por lo que dice, por lo que calla, por sus compromisos y las faltas a esos compromisos. Cristobalín se ha enfadado esta vez con Caritas porque sus estadísticas relejan que, por lo menos, hay dos Españas, dos, en esta hora: La de Rajoy, Botìn y compañía, que comprueban que salimos de la crisis y crecemos adecuadamente, y la de quienes vemos que el país se hunde día tras día en estadísticas de hambre como hacía décadas que no se veían. Bueno, pues ahí está don Cristóbal, el estadístico, para garantizar que si el gobierno dice que estamos saliendo de la crisis es que estamos saliendo, diga quien diga lo contrario. El dato del día, que habrá molestado a don Cristóbal: Durante 2013 se produjeron cada día 184 desahucios. Le habrá molestado que se divulgue el dato, pero no parece que le moleste la situación que revela esta pavorosa cifra. JOSÉ CAVERO

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