sábado, 5 de abril de 2014

La lideresa y su multa, y los planes de Gallardón Hay que ver cuánto da que halar Esperanza Aguirre. No ha habido materia que haya dado más que hablar, ni que reúna tanto morbo como la multa insatisfecha de doña Espe, la lideresa del PP madrileño. Hasta el Gobierno, y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, han arremetido contra la presidenta del PP de Madrid, a la que es muy evidente que muchos tienen muchas ganas. De hecho, han comenzado a surgir las voces de que debería dimitir de ese cargo que aún le queda, la presidenta del PP madrileño, al que se aferrará con uñas y dientes. Lo cierto es que inimaginable la torpeza de la lideresa, tan experimentada, con tantas lecciones aprendidas en las últimas décadas, y que., sin embargo, ha ido a caer en una trampa para elefantes. Desobedecer a los agentes de movilidad, ni más ni menos… Y tirar al suelo una de sus motos. Ese ha sido su gran pecado, que no resultará fácil que se olvide ni perdone en mucho tiempo. De momento, si contaba con presentarse para algún alto cargo en las elecciones municipales o autonómicas, que vaya abandonando la idea. De ahí la satisfacción de Ana Botella, que ve mucho más libre su camino para repetir en la alcaldía. Doña Ana se muestra mucho más feliz, desinhibida, pletórica: probablemente no haya perdonado que Aguirre sugirió su dimisión cuando el escándalo del Madrid Arena y cuando tuvo la ocurrencia de viajar a un SPA lisboeta en aqu4llas horas trágicas, con cinco niñas de cuerpo presente. Pues bien, ahora se ve vengada por la tontería de doña Esperanza, siempre autosuficiente, prepotente, a la vuelta de todo y de todos, que tuvo la pésima ocurrencia de parar en la Gran Vía para ir a un cajero automático a sacar dinero para irse por la noche a un bridge filantrópico. Hay errores que no se terminan de pagaren una vida… Ruiz Gallardón prosigue con sus propósitos de reformar la administración de Justicia, y lo sigue haciendo desde las alturas. Ahora promueve una reforma por cuya virtud, la Reina y los Príncipes sólo podrán ser juzgados por el Tribunal Supremo, como cualquier otro de los diez mil aforados que existen en nuestro país, según se calcula. En verdad que resultaba sorprendente que entre esos diez mil privilegiados no hubiera lugar para los miembros de la Casa Real “de segunda”, es decir, la Reina, y los Príncipes. Precisamente surge este asunto en un momento con doble actualidad. De un lado, el caso Urdangarín, que en absoluto se vería afectado por el nuevo aforamiento, y por otro lado, las implicaciones que han aparecido contra el mismísimo Rey a cuenta del 23-F, en el grueso volumen de Pilar Urbano. No esmeros cierto que si el Rey fuera el “padre del golpe”, como sugiere la periodista-escritora, estaría por encima y al margen de esas implicaciones y sospechas. El Rey no tiene responsabilidad penal alguna por causa alguna. Pero es evidente, además, que nadie querrá entrar en ese debate y rememorar las conductas de aquellos días previos al intento de golpe de Estado de Tejero, Armada y Miláns. Por lo demás, parece evidente que Suárez no estaba por aquellos días muy feliz con el Rey, a quien había solicitado reiteradamente que expulsara de la Zarzuela a Armada, de quien sospechaba conductas conspirativas con otros militares disconformes con la situación del país. Había que dar un golpe de timón, se decía entonces. Es lo que pretendió poner en marcha Armada, según él, con el beneplácito de don Juan Carlos. Pilar Urbano, entre tanto, se frota las manos porque vende libro como rosquillas… En la ya mencionada reforma Gallardón de la Justicia hay otro punto que no pasará inadvertido: Justicia se propone imponer tres jueces para las grandes causas por seguridad jurídicas. O sea, que se pondrá fin a la instrucción unipersonal de los llamados jueces estrella –ahora mismo, el juez Ruz, la jueza Alaya… ¿Eso va a agilizar la administración de Justicia y a hacer más breves las instrucciones de sumarios? Es improbable. Más bien, puede que, al contrario, cada “troika” debata en su seno, antes que otra cosa, el modo de enfocar el sumario y quién lo ejecuta… Pero es la táctica de Gallardón: liarlo todo un poco más, complicarlo más… JOSÉ CAVERO

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