viernes, 22 de agosto de 2014

De fuera o de dentro La mayor parte de los grandes asuntos que ocupan las primeras páginas de los diarios, suelen llegar de fuera: La guerra de Israel y Hamas, la de Putin con Kiev y los ucranianos, la batalla contra el Ebola en Africa y en centros de investigación internacionales, o la multa que el Departamento de Justicia norteamericano ha impuesto al Bank of América, de casi trece mil millones de euros, por estafar en la gestión de los bonos que llevaron al estallido de la crisis de las hipotecas basura. Casi todas estas materias tienen trascendencia o efectos españoles: Israel se sigue labrando una mala fama incontestable, aunque el fanatismo con el que chocan al otro lado, el de Hamas, es parecida textura. ¿Tiene algo que decir el Gobierno español? Prefiere, por lo general, ver y callar… Algo parecido sucede con Putin y Kiev, prosoviéticos y ucranios. ¿Tiene alguna posición el Gobierno español y el ministerio de Exteriores? Está de vacaciones, y habla poco o nada. En la batalla contra la enfermedad del río africano Ebola y sus bacterias o virus, la polçítica española ha sido, si cabe, mucho más confusa y contradictoria. Por lo menos, los Estados Unidos han tenido a dos pacientes que, por fortuna, mejoraron gracias al suero ZMAPP, algo que o sucedió, lamentablemente, con el misionero español trasladado al Hospital Carlos III sin las debidas explicaciones ni anteriores ni posteriores a su defunción. Parece que el suero en experimentación llegó tarde para la evolución del sacerdote español… Y luego, los asuntos nacionales, el primero de los cuales sigue llamándose Jordi Pujol, desde que se le ocurriera, bien que forzadamente, descubrir sus propias trampas al Fisco español. A partir de ahí, don Jordi ha comenzado su particular calvario, que previsiblemente le acompañará el resto de su vida, y no para bien. Pujol está comprobando cómo se le borran, día a día, sus presuntos méritos, y cómo se le descalifica en todos los escenarios, incluidos los que para él eran más queridos. Falta que comparezca en los parlamentos, por lo menos en el catalán, y que Hacienda y Justicia terminen sus correspondientes expedientes sancionadores contra él. Y habrá quedado una sombra de lo que fue “el molt honorable” caído del cielo… “a gorrazos”. Desde luego, está siendo para él un itinerario doloroso, penoso… Y es explicable que quiera llevarse por delante, si estuviera en sus manos, a quien le forzó a hacer la confesión de culpa. Es curioso comprobar cómo aquella mala pasada, de sus fondos en Andorra, se ha llevado por delante todos sus méritos y hasta su biografía personal. Este ya no es el Jordi que conocimos, el de su pelea por Banca Catalana, el de su pelea por la autonomía, por hacer un partido nacionalista, el de ayudar a impulsar un embrión independentista… Para Artur Mas, eso es lo peor: ni la más efectiva mente enemiga hubiera podido imaginar un plan más perverso, y eficaz, contra la secesión de los nacionalistas catalanes. Nadie duda de que ese brote independentista está tambaleándose por la desgracia de Pujol… Ha comenzado a funcionar “el látigo del PSOE, su número dos, y secretario de organización, el riojano César Luena. El segundo del principal partido de la oposición arremete contra los que llama “los lumbreras del PP”, a quienes culpa de la mala marcha de la economía del gobierno de Rajoy. Luena, hasta hace unos días un perfecto desconocido en la política española, es probable que aspire a ser “el Alfonso Guerra de la nueva situación”. En su momento, han funcionado a la perfección algunos “látigos políticos”. El mencionado Guerra, el que fue segundo de Fraga, Alvarez Cascos…, y pocos más. Arenas, González Pons, en ocasiones parece que aspiran a ejercer esa condición de “látigos”, pero ni son convincentes ni perduran en su tarea, y en pocos días vuelven a un cuasi anonimato que los hace o nada poco útiles. Javier Arenas, de vez en cuando, parece que aspira a dar noticia de sí mismo, pero está ya tan quemado y chamuscado que regresa a su específica catacumba y a la sombra de quien lo mantiene “en vida”, don Mariano… JOSÉ CAVERO

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