viernes, 19 de septiembre de 2014

11 puntos, 384.000 votos Se con sumó la consulta para ver si los escoceses querían o no ser independientes del Reino Unido. Y los resultados han sido extraordinariamente elocuentes. La diferencia o la distancia entre el queremos Escocia libre e independiente con los contrarios, ha sido de once puntos y 384.000 votos, diferencia favorable a los continuadores de la actual situación o contraria a la revolución que preconizaban los adversarios políticos. Naturalmente, los escoceses cierran ese capítulo de aspiraciones, y ya se verá si insisten dentro de algunos años más, o si lo cierran definitivamente. En nuestro país, las celebraciones han sido parecidas a las suscitadas en Escocia, dado que la división de pareceres era similar, entre los nacionalistas y los restantes grupos. Definitivamente, los nacionalistas han sido derrotados en Cataluña y Euskadi, en este “ensayo con todo”, desarrollado en Escocia. Y todo permite aventurar que si se llegara a celebrar la consulta en Cataluña, los resultados podrían ser parecidos, o incluso más abultados, que los cosechados en Escocia. Desde luego, ha sido un jarro de agua fría lo acontecido en Escocia, del que los catalanistas deberían extraer algunas conclusiones. Primera y principal: Esas uvas no están maduras. Deberán esperar a tiempos mejores, con toda pro habilidad. No basta con que algunos visionarios crean ver solucionados los problemas escoceses, o catalanes, con la reconfiguración de las fronteras. Faltan muchas otras circunstancias más que atender, por ejemplo, la buena administración de los dineros que ya administran los actuales gobernantes, antes de entregarles mayores responsabilidades de todo género. En eso, el gobierno de Artur Mas parece muy alejado de las necesidades más perentorias y urgentes e los catalanes. En segundo lugar, cualquiera se atiene al principio de que “más vale lo alo conocido que lo que está por conocer”. Por lo menos, el refrán ha sido útil para los escoceses, y parece probable que también resultará interesante para los catalanes. Cuando más: Escocia no dispone ni de lejos con las prerrogativas y poderes de que gozan los catalanes y otros entes autonómicos españoles. ¿Qué más quieren? Pues que se planteen esas aspiraciones, y se discutan y debatan, y se voten. Pero no hay necesidad de alborotar a todo el país y al resto de Europa, como ahora ha sucedido. Dicen los observadores del rostro de Artur Mas que en los últimos tiempos aparece persona “sonada”, que no acierta a saber dónde está ni qué tarea realiza… Está agitado por unas circunstancias que pueden acabar de manera parecida a como han terminado las pruebas de Escocia: Compuesto y sin novia. Artur, además, es posible que disponga ya de algunos análisis de datos y de encuestas que le hayan anticipado que la diferencia de votos y porcentajes pudieran ser similares a los de Escocia…, si se diera la circunstancia de poder emitir el voto. Afortunadamente, no se llegará a ese punto. Ahora nos hallamos precisamente en esa encrucijada: los catalanes tendrán ante sí el ejemplo escocés, pero no una experiencia propia de catalanes consultados, aunque sí se catalanes enfadados porque no han tenido la oportunidad de recurrir a unas urnas y a una consulta. Es la ventaja y la desventaja de la situación… Tendrán que extraer conclusiones de ejemplos ajenos y no del propio. Y la experiencia se habrá producido con gaseosa, y no con nitroglicerina, en carnes ajenas. Durante unas cuantas semanas, es probable que el verdor y la pasión de los catalanistas independentistas decrezca y se rebaje. Pero no dudará mucho esa situación favorable, y volverá la tabarra de quienes hubieran querido ser escoceses por un día, aunque con un resultado tan desfavorable como en Edimburgo y otras tierras de faldita corta, güisqui abundante y gaitas celtas… JOSÉ CAVERO

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