lunes, 15 de septiembre de 2014
Emilio Botín, Isidoro Alvarez…
Es tradición en Hollywood que los famosos suelen morirse de tres en tres. Y cuando aparece el primero o el segundo de los famosos fallecidos, se suele esperar un tercero… Es una tradición que parece que se da muy a menudo, y posiblemente sirve a muchos otros niveles de personas o de geografías. En nuestro país, con pocos días de diferencia nos han abandonado dos primerísimas figuras de las finanzas y de la economía, Emilio Botín, primero, e Isidoro Alvarez a continuación. El primero formó parte de una saga familiar de banqueros ilustrísimos, el segundo constituyó todo un imperio en la venta de artículos de consumo, mediante las granes galerías comerciales que hemos conocido todos como El Corte Inglés. Botín se caracterizó, en los últimos años, por ser avanzado de su negocio en muchos países del mundo. Alvarez siempre se había caracterizado por atender a los consumidores españoles, y sólo en los últimos años trasladó uno de sus centros a Portugal, aunque en sus planes de futuro ya figuraba una decidida acción exterior mucho más amplia. En todo caso, tenían muchas cosas en común esos dos emprendedores o empresarios que dieron a luz formidables proyectos y que, para ello, no dudaron en crear cientos de miles de empleos. El reconocimiento público de ambas personalidades ha quedado de manifiesto en dos clases de actos corrientes, tras su fallecimiento: las demostraciones de pésame y dolor de muchos otros ilustres personajes, y la exposición por escrito de muchos otros personajes que se quieren sumar a esas expresiones de pésame. Botín e Isidoro nos han abandonado bien acompañados de esa clase de demostraciones de afecto y aprecio..
En la vida política, este lunes comienza una nueva fase del calvario de los Pujol, con la declaración del hijo mayor, acusado de varias delitos económicos, y como aperitivo de la declaración que dentro de pocas semanas, deberá hacer el propio padre de la dinastía y saga familiar. Todo ello, paralelamente a las celebraciones de la Díada, y de los preparativos y calentamiento del nueve de noviembre, la fecha decidida por Artur Mas para la consulta “imposible”. Sobre esas dos fechas gira ahora la actualidad política: la Diada demostró, un año más, que varios millones de catalanes están decididos a lanzarse a la calle para expresar su nacionalismo, y probablemente, de ir más allá de sus actuales límites, con una declaración expresa de querer constituir un Estado propio. Precisamente por eso, está particularmente bien disuada en el calendario la fecha del 18 de septiembre, en la que los escoceses determinarán su voluntad de separarse del resto de Gran Bretaña o de permanecer en el mismo bloque de naciones. Estamos, por todo ello, en medio de un calendario frenético, de mirarse por dentro y de observar fuera, en la seguridad de que los que decidan los escoceses tendrá repercusión e incidencia también entre nosotros, como en otras ocasiones se siguió muy de cerca lo que acontecía en Québec, Canadá.
Luego, hay ya otra curiosidad nacida del anuncio de Ana Botella de que no presentará su candidatura a un nuevo mandato para la alcaldía de Madrid. Esta mañana participaba en una conversación la delegada del gobierno de Madrid Cristina Cifuentes, que insiste en que no es candidata a nada, pero que aparece como una de las probables aspirantes a la sucesión de la señora Botella. Cifuentes comenzó, incluso, la posibilidad de que el Gobierno haya decidido posponer para un momento más adecuado, o posponer sine díe, la revisión de la ley del aborto que ha anunciado repetidamente Ruiz Gallardón, hasta ahora siempre en vano. Sin ser nada fanática, Cimientes también añade su opinión al que del PP que entiende que “más vale no meneallo”…, y que por las fechas de calendario en que nos encontramos, mejor sería olvidar ese propósito de reforma de algo que no funciona mal y que nadie, salvo en algunos círculos más fanáticos del PP, reclama reelaboración ni nuevos debates…
JOSÉ CAVERO
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