jueves, 27 de noviembre de 2014

El lastre de Ana Mato El Gobierno de Mariano Rajoy nació, hace tres años, con el pesado lastre de contener en sus filas a personajes, como Ana Mato, perfectamente tiznados del Caso Gurtel. Han relatado fuentes dignas de crédito que Ana Mato insistió hasta la saciedad ante Rajoy para ser ministra, pese a la resistencia de éste, y finalmente, obtuvo esa gracia por virtud de la amistad de ambos personajes y de la actitud de obediencia y sumisión de la ex mujer de Sepúlveda al ”jefe” Rajoy. Debe recordarse que el propio Sepúlveda fue “fichado” por Rajoy apenas fue destituido de la alcaldía de Pozuelo por su implicación en la trama de Gurtel, para trabajar como personal salarial en la sede del PP, por orden expresa del propio Rajoy. Parece que el gallego tiene atenciones muy estrechas con la pareja. Pero ya era demasiada amabilidad, y en el momento en que el juez Ruz hace público el sumario que se refiere a las implicaciones de Ana Mato con los “negocios” de su marido con la Gurtel, y coincidiendo con la comparecencia de Rajoy en el Congreso para reiterar los propósitos de su Gobierno de luchar contra toda clase de corrupción, la hasta ahora ministra de Sanidad “ha saltado” de su cargo, al que se aferraba locamente. Todavía en la tarde de ayer argumentaba en una nota pública su inocencia y su decisión de seguir en el cargo, aunque Rajoy tenía intenciones muy distintas, posiblemente a sugerencias de Soraya Sáenz de Santamaría, la ayuda de cámara en la adopción de las medidas y decisiones que Rajoy, de suyo, y por su actitud pasiva, no adoptaría jamás. Pues bien, tras lo que se ha descrito como una entrevista larga y penosa, de nmás de dos horas, en la tarde de ayer en la Moncloa, Rajoy convenció finalmente a Ana Mato de renunciar a su cargo ministerial, antes de que enrojeciera este jueves en el Congreso por la incongruencia de anunciar leyes anticorrupción mientras mantenía en su cargo a la ex alcaldesa de Pozuelo. En numerosas ocasiones se ha recordado la pereza de Rajoy a desprenderse de sus amigos los corruptos, y cómo los ha apoyado, con abundantes elogios, hasta el final: Es el caso de Campos, de Fabra, de Bárcenas, y también de Ana Mato, cuya laboriosidad y buen ejercicio del ministerio ha elogiado en cada ocasión en que se le solicitó su destitución. La propia Ana Mato ha ejercido con frecuencia su registro de mantenerse en el cargo pese a todas las dificultades y votos desfavorables, pero con el favor del jefe. Ahora, ese favor le ha faltado, y se ve caída en desgracia… Desde luego, verse rodeado de casos de corrupción no es el menor de los gravísimos problemas a los que se enfrenta Rajoy en este final de legislatura, y parece harto improbable que, en el tiempo que resta, pueda reaccionar y hacer visibles los cambios que promete una y otra vez. Pero si ha conseguido prescindir de Ana Mato, tal vez se decida a actuar de manera más tajante y decidida contra otros elementos inconvenientes para su partido, como la alcaldesa de Alicante, o tal vez la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, quemada hasta extremos difícilmente superables, y siempre superviviente de sus propios errores. Y de igual modo, Ignacio González, el dueño del famoso ático que ahora ha reaparecido en escena como lugar visitado por el ínclito individuo llamado Francisco Nicolás, otro incómodo grano nacido en algún punto del complicado PP… Rajoy, por lo demás, y junto a la lucha contra la corrupción, tiene en Artur Mas y su independentismo otro frente de combate abierto en canal. Artur Mas sigue dando pasos “hacia ninguna parte”, como le describe Rajoy, y éste, Rajoy, sigue la persecución de su adversario. Tal vez consigamos que el miedo a no ser, por primera vez en mucho tiempo, el presidente del gobierno que no repitió legislatura, algunos de sus asesores consigan unos grados de determinación y de coraje por parte de Rajoy que no parecen existir en su ADN. Pero hace mucho tiempo que se le viene reclamando más coraje, más decisión, actitudes más firmes y tajantes, entre los suyos y fuera de su propio ambiente pepero… JOSÉ CAVERO

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