SSS ya lo celebra Sáenz de Santamaría, la más espabilada del Gobierno, ya se apuntó ayer a la victoria, triunfo y celebración que, en Gran Bretaña como en España, darán o han dado los más recientes comicios. En Gran Bretaña –y así sucederá en España<- fracasaron las encuestas porque no tuvieron en consideración los dos millones de votantes ocultos. Como ahora mismo sucede, esos votos ocultos se inclinarán por dar la razón, y la victoria, a Rajoy y su PP. Y entonces resplandecerá la gloria del señor don Mariano, ahora puesta en entredicho y negada sistemáticamente. Y vendrá a reconocerse lo que aún se le discute, a saber, que haya dejado atrás la crisis, que se haya recuperado la recuperación económica y que esté creciendo un paro razonable, sostenible, y sobre todo, no precario, digno y socialmente presentable…, que es lo que aún se niega a don Mariano y sus colegas. Bueno, pues todo eso ya lo celebró, con sonrisa ratonera, doña Yolanda, que es especialmente espabilada y que lo vende todo, incluso los invendibles. De momento, Rajoy está en la batalla, esforzándose por hacer su propia venta de un producto que aún no se termina de ver, sobre todo, de comprobar y disfrutar, porque aún no termina de llegar… Por lo demás, el sistema británico del voto deja algunos escándalos espectaculares: un partido que ha obtenido más de tres millones de votos, ha conseguido un escaño, y otro partido que logró millón y medio de votantes, los escoceses, se han llevado un puñado de más de sesenta escaños. ¿Eso es razonable, justificable? Parece que no es presentable…, pero a los británicos y a doña SSS no le repugna. Tampoco parece repugnarle o que está sucediendo en Andalucía, donde la presidenta electa se enfrenta cada semana a una votación entre los partidos que compondrán una Cámara a la que no se deja que funcione3 para otras causas. El parlamento andaluz, de momento, y puede que en un largo tiempo, sólo sirve para decirle a Susana Diaz que aún no cumple las condiciones que, ya de antemano, le imponen los partidos. No basta con que haya ganado las elecciones: hacen mayoría, todos juntos, para dictarle a Susana Díaz lo que tiene que hacer antes de poder ejercer la presidencia. Para ser presidenta tienes que hacer esto, y esto y esto, le están dictando semana a semana, sin darle tiempo a que pueda cumplir ninguna de esas tareas, porque aún no dispone de una investidura que se ha puesto a precio de mercado libre. Con lo cual, los partidos andaluces, PP, IU, Podemos y Ciudadanos, por igual, se están poniendo a la altura del suelo de una calle embarrada y sucia. ¿Desde cuando un partido triunfante en las elecciones ve condicionada su acción de gobierno por las condiciones preliminares de los votantes de la investidura? El precedente es penosísimo, y veremos los efectos que llegará a tener en las elecciones de mayo, en las que serán inevitables pactos y planteamientos similares en la mayor parte de los territorios autonómicos, e incluso en los municipios, en los que Rajoy ya se da por seguro vencedor. ¿No era Rajoy quien propugnaba que se dejara gobernar al partido más votado? Esa es la doctrina, pero no la práctica, según estamos viendo. Y proclamar ahora, como hace Moreno Bonilla, que actúan así porque el PSOE actuó en interés propio convocando elecciones anticipadas, es una solemne bobada. Cada partido que gobierna convoca elecciones cuando puede, quiere o le interesa, porque está en su correspondiente estatuto… No es de extrañar que Susana tenga la tentación de disolver de nuevo el parlamento y convocar otra vez. Y otra… Hasta que se ablande la cerrazón de algunos parlamentarios-partidos, que están jugando a ver quién resiste más, quién logra más de un gobierno antes de que el gobierno se eche a andar y pueda gobernar… Penoso espectáculo, que traerá cola, mucha cola, y que probablemente no resulte gratuito a los opositores a ultranza, que son todos, PP, Podemos, Ciudadanos e IU. Todos a una, como en Fuenteovejuna, para desesperación de la ciudadanía, que contempla y calla, pero que bien podría salir a la calle a hacer destrozos que demuestren su hartazgo con una clase política absurda e irracional. JOSÉ CAVERO