Se fue Sánchez, aunque hasta de final hubo apuestas
enfrentadas: unos pensaron que se iba, que no tenía más remedio que ir, y otros
y otros penamos que resistiría…
Finalmente, este mediodía del sábado, horas antes de la votación definitiva que debe
permitir que Mariano Rajoy vuelva a gobernar para otro período indeterminado d
e tiempo, Pedro Sánchez anunció que abandonaba su acta de diputado y su condición
d votante de esta misma tarde, en la sesión de investidura.
Ya estuvo bien, ha dicho el hasta hace poco secretario
general del PSOE. Lo cierto y verdad s que se ha podido irse muy entero de
conciencia y de coherencia. Por muchas y
graves que hayan sido las pruebas a las que fue sometido. Obre todo, la de rectificar las decisiones adoptadas por el Comité Federal
que él mismo presidió, y en el que se insistió en mantener el no a no a la propuesta
de hacer presidente a Rajoy.
Desde luego, su caso y su actitud en conjunto, no pasarán inadvertidos para las hemerotecas
ni para la historia pequeña de este país:
la personalidad de Pedro Sánchez, que tuvo el coraje de enfrentase a Rajoy
rn un debate televisado y de recordar su condición de percibidor de los sobres que
repartía en la sede del PP el propio administrador de la marca, Luis Bárcenas.
Bárcenas confesó que, en efecto, Rajoy estaba entre quienes se beneficiaban de
los sobres con dinero negro que abundaban en el partido, procedente de donaciones
de empresas y para finalidades que el partido determinara, una de las cuelas era
el suplemento o complemento de sueldo de sus principales dirigentes. Pues bien, después de haber resistido esa
denuncia, en un cara a cara angustioso con Rajoy, Sánchez mantuvo el tipo
y resistió también a la organización de
su partido para hacer frente a la
candidatura del pontevedrés. Pedro Sánchez estaba perfectamente
persuadido de que no procedía, no era justo, ni conveniente ni razonable, que
Rajoy asumiera un nuevo mandato, en su
condición de dirigente salpicado gravísimamente por las corrupciones de su
partido. Pero su resistencia, la de Sánchez, se topó, finalmente. con “las
conveniencias del Estado”, que vino a representar la dirigente andaluza del
PSOE Susana Díaz. Ella ha sido, en último extremo, la causa última de que Sánchez
se haya visto postrado a abandonar su propia pelea, en la secretaría general,
en el Comité federal y ante la sociedad española en su conjunto. Susana Díaz no
atendió las poderosas razones que empleó Sánchez y le forzó el abandono de la secretaría general, primero,
de la presidencia del partido, y le negó las fechas probables de congreso
extraordinario y de elecciones primarias que el propio Sánchez propuso para
darse a sí mismo un salida política
posible. La lideresa andaluza, en
cambio, ha fijado sus propios objetivos, y no son coincidente con los del
diputado ya dimisionario. Ella prefiere, con toda probabilidad, diputarle esos
dominios y tal vez erigirse en presidenta y secretaria general del PSOE, o
determinar quién realizará esas tareas, y acaso, desde esas futuras posiciones,
tal ve no descarte pelearse, en su día, contra el propio Mariano Rajoy y
apoderarle el Gobierno que esta misma tarde va a obtener el candidato gallego
en la tercera votación de la sesión de investidura. No podrá decir Sánchez que no tiene a quien culpabilizar
por fe su marchan y su desaliento. Susana Díaz, desde hace meses, muchos meses,
ha boicoteado todos y cada uno de los propósitos
de Sánchez, por entender que ella mima tenía
alternativas más válidas y defendibles. El tiempo dirá si el apagón
Sánchez tiene sustitución posible o se
prolonga mucho tiempo sin remedio o con remedios insuficientes…
JOSÉ CAVERO
No hay comentarios:
Publicar un comentario