viernes, 21 de febrero de 2014

Expresiones evasivas sin cuento Hay personajes y situaciones extremas y límite. Lo de Ucrania, por ejemplo, o lo de Venezuela. O sin ir más lejos, lo de Ceuta y los subsaharianos, que claman al cielo. Fernández Díaz, ministro, con sus incompetencias manifiestas, se ha ganado su permanencia en el ministerio, seguro. Como Ana Mato, Gallardón, o Soria, rodos perfectamente renovables. Y luego, hay situaciones más relajantes y hasta cómicas. ¿Vamos a contar mentiras, tralará? Andreu Manresa, que es un primerísimo experto en Caso Noos, Urdangarín, Infanta…, en El País, hace recuento y llega a la conclusión de que la Infanta empleó nada menos que 533 “expresiones evasivas”- así las llama-, ante el juez Castro, como no sé, no me consta, lo ignoro, no tengo noticia, no lo sé…, y así sucesivamente. La Infanta bordó su declaración, pero aclaró poco. Y, de paso, se convierte en pasto de humoristas. No hay quién dé más excusas en menos tiempo. Sus abogados se ganaron el sueldo. Soria, ¿qué le das? Una televisión recorría ayer los sectores a los que el ministro Soria ha puesto en pie de guerra: empezando por las eléctricas o las renovables. Y por supuesto, por los consumidores. Hoy anuncia El Economista todo un “frente legal del sector eléctrico contra Industria por los recortes”. Llevarán a los tribunales la retirada de primas a los parques eólicos más antiguos, porque sucede que no pocas eléctricas combaten en un doble frente: la producción de energía eléctrica y la producción de energía por la vía de las renovables. Iberdrola, por ejemplo…, que ha pasado a ser la más reivindicativa y quejosa. Eso sí, hay también capítulos que se cierran, como el del senador Granados, forzado a abandonar sus dos escaños “en horas veinticuatro”. Y sin una mala excusa que aportar sobre su millón y medio de euros en Suiza, que abochornan a sus correligionarios. Hay alivio en sus propias filas, sin duda. Si se hubiera actuado con la misma rapidez y claridad en el caso Bárcenas, Fabra, Camps,,,, el partido de Rajoy y Cospedal no tendría tanto de qué avergonzarse ahora. Pero van aprendiendo, golpe a golpe. Asombra, una vez más, comprobar cómo Aguirre, rodeada de golfos por todas partes, sale siempre indemne, por más que le rocen los gurtélidos, los tamayazos, los espionajes y hasta el ático de González. Pero ella no se arruga… JOSÉ CAVERO

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