domingo, 16 de febrero de 2014

Políticos sin ambición controlada Viendo el panorama político italiano, uno se consuela. ¿Los distintos países tienen políticos ambiciosos, con la ambición sin controlar? Por supuesto. Cualquiera “huele” a distancia a un político que no controla su ambición. Italia es toda una muestra de políticas sin el menor control de esa ambición: Berlusconi sigue dando guerra pese a estar repetidamente condenado, y Matteo Renzi es la más reciente demostración de la ambición sin límites ni frenos. A ver qué hace. Una vez que haya acumulado los poderes por los que ha venido peleando más o menos en la oscuridad y discretamente. El único sabio en ese panorama, parece ser Giorgio Napolitano, el meritorio presidente de la República, a quien podemos adivinar con deseos de dar un escobazo a alguno de sus aspirantes a salvadores de la patria. Nuestro país, después de todo, tiene unos políticos por lo general mucho más presentables. Si acaso, pecan de otro mal, “llevárselo crudo”. La relación es impresentable, y no se ven trazas de que haya intentos de remediar esa situación. Claro que parece que el resto de la Unión también parece que va por esas sendas. Aquí y ahora, los resultados electorales han hecho de Rajoy el “superpolítico” incuestionable. Reúne más poderes que nadie lo ha hecho nunca en los tiempos recientes. Las dos Cámaras, la mayor parte de los gobiernos autonómicos, las Diputaciones, los presupuestos… Para muchos observadores, Rajoy y “los suyos” dominan, incluso, más de lo conveniente, pero es lo que los ciudadanos han querido, y hasta las siguientes elecciones no resultará fácil empezar a equilibrar. ¿Qué se echa de manos en Rajoy y su equipo? Que tarde en reaccionar, que sea lento de reflejos, que prefiera “mantener y no enmendar” las conductas no del todo apropiadas de algunos de sus propios colaboradores. A Rajoy, como a cualquier instalado en la cúpula del poder, le cuesta sobremanera proceder al relevo de sus gentes. Aplica “demasiado” el “más vale conocido…”. ¿Por qué cambiar en el Gobierno a Fernández, Mato, Wert, y otros cuantos gastados y quemados en sus correspondientes empeños? No vale la pena. A lo sumo, alguna señal de que las cosas pueden hacerse mejor, o la advertencia de que ahí está él mismo para rectificar meteduras de pata de los subalternos. Se interpreta que a Cospedal le acaba de dar un aviso, al negarle la candidatura de su candidato para la dirección del PP andaluz. Esta batalla, Rajoy ha querido que se la apuntaran Arenas, Sáenz de Santamaría y hasta el propio Moragas. Y sobre todo, él mismo. Cospedal habrá tomado buena nota. Algo que ella hizo o decidió por su cuenta, no satisfizo al jefe. O bien, que Arenas no está tan hundido como parecía, o que Andalucía es mucha tela para que la corte en solitario la manchega ambiciosa… , sencillamente, que no conviene que se tome tantas atribuciones. No es la primera vez que Rajoy le para los pies a doña Dolores. JOSÉ CAVERO

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