jueves, 20 de febrero de 2014

Fallecimientos físicos y políticos: Se van Taguas y Granados La política, de repente, se ve forzada a prescindir de dos figuras que en su día contaron, y bastante, en sus respectivas áreas. Esta misma mañana, nos anunciaban el súbito fallecimiento de David Taguas, que fue en su momento jefe del Gabinete del presidente Zapatero. Casi al mismo tiempo, se insistía en que a todavía diputado de la asamblea de Madrid y senador Francisco Granados, es muy probable que le queden horas en el disfrute de esos dos cargos bien remunerados y que, según el mismo se ha ocupado de explica, no le servían para realizarse… Acudía a las sesiones. Las cobraba, naturalmente, y se supone que pasaban a engrosar su suculenta y sospechosa fortuna ahora descubierta, pero se limitaba a cotar lo que le apuntaba el correspondiente portavoz del grupo pepero con uno, dos o tres deditos, en cada caso. En el caso de Taguas, algunos oyentes de la Ser llegamos a sospechar que era una broma. Ayer mismo había estado presentado en esos micrófonos su muy reciente libro sobre las cuestiones económicas que dominaba. Y en particular, reclamaba al Gobierno, insistentemente, que le hiciera caso y baja los impuestos cuantos antes, si de verdad quiere crear empleo y relanzar la economía nacional. Se van de la vida pública, pero por distintas puertas: Taguas, la voz profunda, con sus preocupaciones económicas. Granados, sin preocupaciones económicas, pero con el severo riesgo de que vaya a padecer, de por vida, el baldón de una fortuna no explicada, y posiblemente no fácilmente explicable. Granados pasa al montón de los “Gurtélidos” y otros pestíferos elementos de la vida política. Nada que ver, por tanto, el Taguas con su libro casi póstumo, y el Granados que calla y niega lo que casi todos sospechamos. Desde luego, están produciéndose ya necrológicas de los dos personajes. Y resultan de muy distinto tono. Respetuosas con “la voz profunda” y las opiniones de Taguas, y despreciativas e insultante para con el pepero que, según muchas sospechas, tenía aficiones no controladas hacia lo indecoroso y lo indecente. Cada uno debe dar cuentas de sus obras JOSÉ CAVERO

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