viernes, 25 de abril de 2014

Rajoy y Mas, tensión creciente La recuperación económica, los riesgos de la secesión catalana, el nuevo asalto a la valla de Melilla, son ya elementos de cada día en la narración de la víspera. Coincidieron ayer en la inauguración y la clausura de unas jornadas económicas el 0presidente Rajoy y el president Mas, pero tuvieron buen cuidado en ni siquiera saludarse. Mas sabía que Rajoy acudiría, pero no por comunicación formal, sino porque había leído el programa, y así las cosas, no se dignó hacerle un hueco de un solo minuto en sus ocupaciones y en sus problemas. Rajoy tampoco hizo el menor esfuerzo por aproximarse a su adversario político, y así van las cosas: De deterioro en deterioro. Ninguna cortesía, ningún gesto de amabilidad, ni siquiera el encuentro fortuito de quien llegar, para una estancia de unas pocas horas, a la Comunidad que preside “el otro”. Eso, ciertamente, no es, ni mucho menos, diálogo y deseos de entendimiento. Es hacer más y más tensa la relación bilateral y más abultado el desentendimiento. Parece que esta relación inexistente es estrategia predeterminada en la Moncloa, y posiblemente también en la otra parte del conflicto… Hay que reconocerle al Gobierno su tenacidad e insistencia: desde hace meses vienen diciendo que la recuperación estaba al caer, que ya había datos apreciables, que la situación cambia a mejor. Ahora llegan los primeros datos del crecimiento del PIB que confirman que el crecimiento empieza a despegar, o podría haber empezado a hacerlo ya. Otra cosa es que, en efecto, esa salida de la crisis empiece a llegar a la ciudadanía. En eso se tardará más, bastante más. Y no digamos ya en comprobar que el número de parados empieza a descender y recomienza a comprobar en las listas de parados y en la situación de miles de hogares asfixiados por una situación insoportable. Todo eso irá llegando, cabe esperar, pero lenta y pausadamente. Rajoy y los suyos tienen urgente necesidad de ofrecer esos primeros brotes a cuentas de las elecciones de mayo. Y ofrecerán otros brotes verdes para cuando se aproximen las elecciones generales del año que viene. Se trata de revalidar el mando de la nación. Cuarenta años se cumplen ahora de la revolución de los claveles, de la primavera portuguesa, de la salida a la calle de miles de portugueses para dar aliento a aquellos jóvenes capitanes dispuestos a hacer frente a la dictadura salazarista y a una situación estancada en la dictadura militar. En estos cuarenta años, los portugueses han pasado vicisitudes de toda especie, hasta las que ahora les está procurando el rescate comunitario, que tampoco han sido precisamente amables. Dos países, Portugal y España, que han caminado desde la proximidad geográfica, pero también desde el desconocimiento mutuo y hasta desde una cierta situación de celos y recelos… No debiera tardar demasiado el comienzo el juicio por la tragedia del tren gallego que sólo llegó a Angrois. Hoy se dan a conocer las críticas que hace un perito clave: se rebajó la seguridad de manera inconveniente, sostiene, en línea con quienes, anteriormente, han advertido que los técnicos tuvieron unas actuaciones y decisiones comprometedoras para con aquella línea, que pretendía ser “de primera” y sus viajeros. Por fortuna, se ha profundizado un poco más en aquellas primera impresiones de que el gran y único culpable era el conductor por hablar por teléfono cuando no debía y por faltarse las velocidad recomendada… José CAVERO

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