viernes, 20 de junio de 2014

Felices reyes nuevos Es una felicidad a compartir: para ellos mismos y sus familiares, en primer lugar, y para los ciudadanos de los que se han convertido en soberanos por razón de las ceremonias y ritos de la extraña coronación efectuada en las cámaras legislativas. Vimos, bien es cierto, la Corona y el Cetro, pero nunca en la cabeza del nuevo Rey, que cada vez es más virtual… Y escuchamos sus primeras intenciones, en un discurso que a muchos pareció perfectamente y correctamente político y a otros pudo defraudar: No se comprometió a muchas cosas a las que el ciudadano le gustaría verlo comprometido… Eso sí, se ha comprometido a que la Corona tendrá una conducta íntegra u digna. Pero es evidente que, sin detenerse en detalles, mencionó los asuntos más actuales y que más preocupan a casi todos. La corrupción, la unidad de la patria. Tampoco se obró el milagro de que Artur Mas e Iñigo Urkullu “se rindieran” y cayeran a los pies del Monarca, contritos y arrepentidos de su soberanismo irredento. Ni siquiera lo aplaudieron y justificaron por qué no lo hacían: Mas no encontró lo que estaba buscando: Una declaración de que España es un Estado plurinacional. ¿En dónde se dice tal cosa? En parte alguna “con mando en plaza” y prescriptivamente, y sólo en algún programa de partidos políticos. Unidad y no uniformidad, en el tratamiento a las regiones de la Nación, se comprometió también el nuevo Rey. Es evidente que el Rey tiene que ganarse el favor de los ciudadanos, que no súbditos. ¿Cómo? Estaremos especialmente atentos a sus movimientos, y a quiénes ve, de quiénes se rodea, quiénes le influyen, qué merece sus atenciones particularmente. Por ejemplo, puede sorprender que a uno de los grupos a los que quiere dedicar su atención preeminente como son las asociaciones de víctimas de terrorismo. ¿Por qué no a las asociaciones de otra clase de víctimas”, cabe preguntarse. No parece razonable que deban seguir teniendo influencia en la política que se haga en el país, por dolorosa que sea la historia de cada una de esas víctimas y de sus familiares. Fueron lamentables cada una de las tragedias, pero como también lo fueron las víctimas de la droga, de los accidentes de tráfico en carreteras mal señalizadas o las víctimas de los pederastas. Es lógico que el nuevo Rey haya prestado su atención, en primer lugar, al jefe del Gobierno, y que haya mantenido con él su primer encuentro de trabajo. Tampoco debieran sorprender que se produjese algún consejo de ministros presididito por el Rey. Pero tampoco es probable que se conozca cada una de las materias “al dedillo”, y que tendrá que aprender e imponerse en muchísimas materias de las que aborda y decide el Consejo de ministros. Cada cosa a su tiempo… También puede sorprender el anuncio de que el primer viaje al extranjero se llevará a cabo al Vaticano, después de que las ceremonias del “relevo en Palacio” se produjeran sin la menor gestualidad religiosa: Ni una misa ni un Tedeum, de acuerdo con las normas de una Constitución laica que ha estado permanentemente cumplida hasta la última línea. Vaticano, ¿por qué no? Como pudieran ser Francia, Alemania, Marruecos o Portugal. Son posibilidades abiertas a la Casa Real, sin mayores exigencias. Desde luego, llamaría la atención que aparecieran Botswana o Montecarlo…, en ese itinerario de ciudades o países a visitar. Por lo demás, es evidente que el Rey y su esposa doña Letizia tienen por delante un tiempo para hacerse merecedores de la confianza que inicialmente suscitan, o apenas suscitan. Ha empezado una etapa nueva, y todos merecen un tiempo de adaptación y un tiempo para demostrar que cambian las cosas, que las cosas son diferentes a como fueron hasta la fecha durante casi cuatro décadas. A unos complacerán y a otros disgustarán algunas de tales novedades. En pocos meses se podrá hacer un primer balance de lo que ese esperaba y lo que se logra y cumple… JOSÉ CAVERO

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