sábado, 21 de junio de 2014

Los impuestos que vienen Definitivamente, el PP vuelve sus grandes números de recaudación de impuestos adonde estaban cuando llegaron al poder, y se dispone a bajarlos para afrontar el año electoral 2015. Es una de las promesas rotas, subir impuestos frente a la promesa de rebajarlos, por causa de la mala coyuntura de las cuentas nacionales. Ahora que empieza a vislumbrarse la mejoría, el PP no quiere tardar un minuto más de la cuenta para volver a donde estábamos, y si fuera posible, más abajo. La advertencia que les ha supuesto el resultado de las elecciones europeas fuerza a esa revisión urgente de los números de la renta y otras tasas impositivas. El PP ha perdido más posiciones que nadie, en esas elecciones, y culpa a sus penosas decisiones –penosas para el contribuyente- de las reacciones cosechadas en las urnas. Rajoy ha llegado a la conclusión de que si quiere repetir mandato, y es evidente que no quiere ser menos que Aznar o que Zapatero: ocho años mínimo-, no tiene más remedio que tener un comportamiento más mesurado con unos contribuyentes a quienes no ha dado respiro alguno. De manera que bajara los impuestos, como readvierte El País, incluso arriesgando el recorte del déficit. Han cambiado las prioridades. Ahora son impuestos más amables, y déficit “ya se verá”.Lo primero es lo primero: ganar las elecciones es la prioridad, y para ello, habrán de ser útiles los cálculos que realicen o habrán realizado ya Montoro y sus colaboradores. Pero las primeras cuentas ya se han hecho: la rebaja del IRPF y sociedades, en dos años, deberán sumar nueve mil millones. Y 1,6 millones de españoles dejarán de pagar por su renta. Todo eso que era inconcebible el año pasado, e incluso ahora mismo, lo fuerza a hacer posible el “anticipo electoral” que fueron las Europeas, y en las que el PP vio las orejas al lobo, por muy débil que esté su adversario principal, el PSOE. Calcular los grandes números de las cargas discales es una materia de extraordinaria delicadeza: El Estado no puede renunciar a tener unos ingresos mínimos, y al mismo tiempo, no es posible seguir maltratando y exprimiendo al ciudadano contribuyente. De ahí que se requiera afinar y afinar: Cumplir los compromisos de déficit, sí, claro, pero por encima de todo, lograr reanimar a un electorado exhausto de pagar impuestos sin verle rentabilidad alguna a su esfuerzo. Por lo demás, los impuestos se han situado en el primer nivel de las atenciones públicas y aún privadas. Quedaron atrás el relevo en la Jefatura del Estado, y más atrás aún los Mundiales de Fútbol de Brasil, que se creía que iban a ocupar las atenciones preferentes de los españoles durante todo lo que queda de mes. De la sucesión en la Corona de España, sólo queda un fleco por atender: la inviolabilidad o aforamiento del Rey para que nada pueda conturbar su tranquilidad de gran jubilado. Esa es la grave preocupación, se supone que del Estado, de don Juan Carlos e incluso de Felipe VI. Que nada ni nadie turbe la paz a la que finalmente ha accedido, tras abandonar sus tareas de casi cuatro décadas. No vaya a ser que algún bufete de abogados, o alguna fuerza política se propongan turbar esa paz con los viejos recuerdos de compañeros de viaje desaconsejables, aunque acaso muy rentables, tipo Javier de la Rosa o alguna cortesana también en la mente de todos. Garantizan los medios jurídicos ocupados en esta materia que el ya ex rey de España dispondrá en un plazo de un mes de esa plena protección legal que se dejará al exmonarca al margen de la crónica de tribunales y del escándalo nacional. Por lo demás, tampoco estaría de más que desde la Casa Real se informara al país del estado de salud de don Juan Carlos. Es evidente que ha estado lejos de la recuperación que se nos anunció, y que posiblemente haya sido la causa última de su abdicación. ¿Por qué no han dado sus frutos las sucesivas operaciones, qué otra cosa pudiera tener y oculta…? JOSÉ CAVERO

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