domingo, 15 de junio de 2014

Los días finales de una Monarquía Hay bastante coincidencia en que el reinado de Felipe VI no será igual al de su padre Juan Carlos Primero. No tiene más remedio que distinguirse, y reformarse, para adecuarse a lo que el país y sus ciudadanos quieren: una institución más viva, más presentable, más exigente consigo misma. Don Juan Carlos ha dejado una larguísima experiencia que su hijo sabrá aprovechar, pero a partir de ella no tendrá más remedio que innovar y cambiar para asumir muchas de las reclamaciones que, en particular en los últimos días, ha podido escuchar de cientos de ciudadanos declarados republicanos. Desde su primer discurso, el nuevo Rey deberá marcar diferencias y distancias. Sigue el mismo modelo de Estado, pero se modifica el nombre de la cabeza del trono. Felipe VI se supone que, a estas horas, tiene que estar preparándose ya para ese discurso inicial, y que contará en particular, además de su propio equipo de trabajo, con doña Leticia, que durante diez años ha observado la vida en palacio y ya desde un primer momento, llegaba a la Zarzuela con ánimo de modificar muchas cosas. Cabe recordar alguna frase de las que se asegura que el Rey le dirigió a su nuera: lo sabes todo…, se quejaba el Rey por la actuación de “Pepito Grillo” que ejercía doña Leticia sobre hábitos de conducta de los pobladores de la Casa Real. Leticia, sin embargo, deberá recordar de manera permanente que “sólo” es la Reina consorte, y en esta materia, es seguro que ha tomado buena nota del papel que ha ejercido doña Sofía: discreta de puertas afuera, pero de clarísima influencia de puertas adentro. La presidenta andaluza, Susana Díaz, hace unas amplias e interesantes declaraciones al diario El País de este domingo. Susana empieza por justificar su ausencia en el Congreso del que se esperó que fuera elegida secretaria general: Si tengo que estar en otra responsabilidad, el tiempo lo dirá. Es decir, aún no ha llegado mi hora, o debo demostrar antes que otra cosa mi dedicación a la Junta y a los andaluces. Susana ha heredado de Chaves y Griñán una Andalucía con extraordinaria capacidad para estar presente y ejercer hegemonía en todos los campos, empezando por el propio PSOE. Pero también han de pesarle las malas herencias recibidas: una serie interminable y muy incómoda de escándalos en gastos del dinero público, por ejemplo. También puede estar comprobando la ineficacia de su oposición. La insoportable herencia de Javier Arenas y Zoido en Moreno, que tampoco se viene distinguiendo por su capacidad de trabajo, y mucho menos, por su eficacia en los resultados electorales. Moreno, cabe recordarlo, ha afrontado las elecciones europeas con un batacazo espectacular. La gran esperanza del PP sigue la huella de sus antecesores, que es una huella lamentable. Pues bien, esta Susana Díaz, en quien los socialistas, los andaluces, y media España, por lo menos, tiene puestas sus esperanzas, no duda en hablar de reforma de la Constitución, pero consciente de que PP y PSOE no pueden acordar solos esa reforma pendiente, sobre la que nadie quiere ser más explícito ni concretar aspectos a abordar… Entre tanto, ya se recogen avales para los aspirantes a secretario general. Madina, Pedro Sánchez, Pérez Tapias y tal vez Alberto Sotillos –no se sabe bien- pelearán por la sucesión de Rubalcaba. Con toda certeza, echaremos de menos al “mago Rubalcaba”, a quien ninguno de los aspirantes, de entrada, parece que llegue a la altura de sus calcetines… El seleccionador nacional ya está escuchando las voces de quienes pretenden que la derrota ante Holanda debe traducirse en una modificación sustancial del equipo y sus planteamientos. El seleccionador es “perro viejo”, y sabe distinguir y asumir elogios y críticas, y probablemente agradecerá las sugerencias que se le transmitan, pero desde la certeza de que debe ser él mismo el primer convencido de hacer cambios de estrategia, de equipo, de preparación… JOSÉ CAVERO

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