El ex molt honorable El encuentro de Rajloy y Artur Mas, largamente esperado, y que reúne gran número de expectativas, ha tenido un prólogo inesperado, y para muchos, feliz: el descubrimiento, efectuado por el propio interesado, Jordi Pujol, de que ha tenido durante 34 años unas finanzas no regularizadas en Suiza. Se había especulado abundantemente sobre esa posibilidad de que las cuentas de los Pujol no fueran claras, ni mucho menos, y el interesado siempre lo negó con firmeza, apelando a su honorabilidad. Ahora, él mismo descerraja esa puerta de la honorabilidad perdida, y con él no han hecho todas las fuerzas políticas catalanas o del resto del país. Todos han reclamado que deje de disfrutar de las prerrogativas que siempre tuvo, y que, finalmente, sea un ciudadano no sólo sospechoso, sino confeso de inmoralidades y corrupciones… Todos reclaman que Pujol declare en el Parlament de Cataluña, todos pidieron, y obtuvieron, que Pujol deje de ser “molt honorable”, y todos consiguieron que cesen las ventajas de despacho oficial, con secretaria y sueldo vitalicio del “honorable defraudador”, finalmente destapado y “en cueros vivos”. Se ha recordado, por cierto, que el molt honorable disfrutaba y disponía de una pensión vitalicia de 86.418 euros. Nada menos… Pero más allá de su situación personal, el caso Pujol afecta al independentismo catalán, del que es el padre y tutor, como lo ha sido de Artur Mas. El propio Mas y su portavoz se apresuraron a negar que la debilidad de Pujol pueda afectar al proceso de separación de la restante España…, pero no dejan de ser buenos deseos. Es evidente que el independentismo convergente ha sufrido un gravísimo traspiés, del que no parece probable que se recupere. No con facilidad, desde luego. Las sorprendente revelaciones de Pujol, forzadas por las investigaciones de la Agencia Tributaria, que le pisaba los pies, han llegado, por tanto, con una oportunidad extraordinaria y son un misil en toda la línea de flotación del independentismo, por mucho que Artur Mas intente resistir, con el apoyo de Oriol Junqueras, que no siquiera se atreve ahora a criticar al debilitado Pujol ni a la muy precaria Convergencia… Todo el andamiaje de la política catalana está tambaleando, y lo lamentable es que no disponga de un liderazgo fuerte que arrastre al ampliado pujolismo cambiando el rumbo y la tendencia de los últimos años. Si acaso, Miguel Uceta, porque es evidente que Sánchez Camacho está lejos de dar la talla que se le requiere en esta hora. Durán tampoco está en sus mejores momentos, tras su dimito-nodimito en la coalición que gobierna Cataluña. Y no parece que haya más personajes de los que se pueda esperar nada. Por si fuera poco, de los muchos informes elaborados sobre el futuro de una Cataluña independiente, el más reciente refiere que esa independencia unilateral de Cataluña costaría cinco mil millones al mes. Los empresarios ya han manifestado sus muy serias dudas… ¿A qué esperan para proceder a al rendición? Hay coincidencia en que “si no fuera por Ezquerra, el juego ya habría terminado. Pero Ezquerra y Junqueras sostienen todavía a Artur Mas y a Convergencia –sin Unión, no se sabe hasta cuándo… Porque nadie duda de que “la pieza Pujol”, o la familia Pujol, era la que fundamentaba el edificio que ahora se tambalea gravísimamente. Artur Mas ha visto que se caía con estrépito la figura en que se apoyaba, física y moralmente, y sólo le resta ya Junqueras para recostarse en alguien… ¿Qué dará de sí el encuentro de Rajoy y Mas? Lom más probable es que empiece a hablarse del modelo de financiación autonómica y de la necesidad, para la dirección catalana, de que se actualice y resulte más amable y contemporizador. Si acaso, se podría mencionar la eventualidad de alguna reforma constitucional en el sentido que piden los socialistas, pero de la que no es nada entusiasta “el muy previsible” Rajoy. Rajoy insistirá en que la Constitución no permite esa consulta que Artur Mas se ha empeñado en convocar, y sabe que a Mas le queda poco aliento `para seguir reclamando ese imposible. Pujol se lo dio, Pujol se lo quieta… JOSÉ CAVERO