domingo, 20 de julio de 2014

Putin debiera hablar Es tentación de muchos políticos en apuros refugiarse en el silencio. Callar y esperar a que las cosas se tranquilicen y vuelvan a su ser anterior. Esperar y ver… Con Vladimir Putin y el caso del avión malasio derribado en Ucrania con casi 300 viajeros, parece que está sucediendo algo parecido: el mundo entero le está reclamando explicaciones, porque sospecha que Putin es el mejor informado sobre la tierra acerca de lo que sucedió y de quiénes son los responsables, primeros y últimos, de la tragedia. Pero Putin prefiere callar, y tampoco ningún otro dirigente político ruso sale al paso a las muy insistentes apreciaciones que hacen de Moscú el origen del misil que acabó con los pasajeros de Holanda, Malasia, Australia, Indonesia, Reino Unido, Alemania Bélgica, Filipinas, Canadá y Nueva Zelanda que viajaban en el Boeing 777 abatido. Ciudadanos de diez países, cuyos familiares lloran su pérdida, pero al mismo tiempo, reclaman con urgencia explicaciones, cuando no perdón por tan descomunal disparate. Desde luego, Putin aparece como el más probable de los causantes y responsables de la tragedia, y por ello se le están reclamando explicaciones y disculpas. Tal vez algún día las dé, pero la espera ya se empieza a hacer insoportable. En el otro punto ardiente del Globo,. En la franja de Gaza, también parecen muy claras las responsabilidades. Las iniciales, correspondieron a los secuestradores de tres jóvenes israelíes que aparecieron asesinados. Pero, a continuación, y ya sin interrupción, ha llegado la hora del “ojo por ojo”, en el que Israel es un esmerado maestro. Después de aquellos tres asesinatos iniciales, las cuentas hablan ya de trescientos y pico palestinos muertos, muchos de ellos niños, en el propósito decidido de Netanyahu de acabar con sus adversarios de Hamas, en quienes ve y quiere hacer ver que existen corazones de piedra y propósitos de animales de caza. Por supuesto, ha habido intentos de mediación, pero todos han fracasado ante dos liderazgos encabezados por fanáticos. Puede que, finalmente, se acceda a alguna clase de tregua, pero siempre será débil y frágil, porque no se habrán dado las circunstancias mínimas, de dos Estados con fronteras claramente delimitadas y precisas, y con líderes firmemente com prometidos con la paz de la región. En nuestro país también se confía en alcanzar una tercera vía, una vía de arreglo y solución, para uno de los problemas más controvertidos y peliagudos que se hayan presentado en mucho tiempo, la amenaza la rotura de los nacionalistas catalanes con el Estado español. Se le viene llamando tercera vía, la propuso inicialmente Rubalcaba, y el ex secretario general del PSOE ya se retiró de la política, harto de plantear esa eventual solución sin que las dos partes más comprometidas, Mas y Rajoy, dieran un primer paso para sumarse a la iniciativa. Ahora, Pedro Sánchez ha heredado el propósito de Rubalcaba, pero, de momento, con la misma escasa suerte de su antecesor en el cargo, y sin que ni Mas ni Rajoy hagan excesivo caso a iniciativas que no son las propias. La tercera vía por lo menos tiene buena prensa, o tiene prensa: El País señala este domingo que el 38 por 100 de los catalanes prefiere un pacto con nuevas competencias ante que la secesión. ¿Pero aceptarán esos planteamientos los dos políticos directamente enfrentados por el conflicto? ¿Y cuándo? Porque la cuestión del encuentro entre ambos, que pareció a punto de lograrse la semana pasada, es probable que nuevamente se vea pospuesto y se haga esperar. Ya se sabe que Rajoy no es hombre de prisas ni de decisiones precipitadas… JOSÉ CAVERO

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