martes, 21 de octubre de 2014

Rato, peor trato que a Bárcenas El que fue vicepresidente y ministro de Economía y Hacienda del PP de Aznar, y hombre todopoderoso en aquella etapa brillante del PP gobernante, la persona que condujo al país al euro, tras conseguir que remontara sobre los mínimos que ofrecían las asignaturas económicas nacionales, es ahora mismo una de sus vergüenzas y uno de sus representaciones más vivas de la desvergüenza y del escándalo, por razón de sus gastos con la tarjeta “black” de Caja Madrid, tras haber sido presidente de Bankia a la hora de buscarle sucesor al cara dura de Miguel Blesa, el otro amigo de Aznar. En realidad, todo aquel período queda, de este modo, tiznado y salpicado por estos dos individuos desacreditados por sus actuaciones posteriores, así como por algunos otros como el ya mencionado Bárcenas, Zaplana, por la Gurtel de Camps y Aguirre, de Sepúlveda y Mato, etcétera. Pero no hay duda de que Rato es la representación más clara y diáfana de aquellos tiempos gloriosos del PP de Aznar, cuando se autoproclamó el mejor gobernante de España de todos los tiempos, o algo parecido. Luego se han ido descubriendo grietas y muros caídos en aquellas glorias. Empezando por la intervención bélica en la guerra de Irak, de la mano de Bush y Blair. Pues bien, el Rato de entonces es hoy el Rato que pide la baja “temporal” en el PP para defender la inocencia, cuando ya son muchos los prohombres de su partido que han reclamado su destitución y expulsión del partido al que colaboró tan brillantemente, y que le dio tantas oportunidades de promoción, entre ellas, la dirección del Fondo Monetario Internacional, tarea en la que tampoco resultó especialmente brillante: no se enteró de las advertencias sobre la crisis económica mundial que se avecinaba, y salió corriendo a ocupar puestos en España alegando razones familiares para ni siquiera terminar su mandato en Washington… Pues bien, ahora lo tenemos en suspensión temporal de militancia, que muchos sospechan que será por mucho tiempo, indefinida o tal vez definitiva. El propio Mariano Rajoy había sido especialmente cauto sobre el proceder de Rato, pero no hay duda de que habrá quedado aliviado por su marcha voluntaria. Sucede, sin embargo, que a alguien se le puede ocurrir tirar de la manta sobre todos dineros no aclarados de las cuentas también opacas del PP, que en su momento reveló Bárcenas, y sobre las que todos los afectados prefirieron echar tierra y no levantar más polvo ni más ruido… Sin embargo, el ambiente de nuestros días, con Podemos en la cresta de la ola, y con un nuevo secretario general del PSOE exigente y reformador, fuerza también al PP a acomodarse a las nuevas exigencias éticas, y a reclamar uenos niveles mayores en el comportamiento personal. Finalmente, hemos podido respirar en paz una vez concluido el episodio del Ebola, llegado a nuestro país en dos misioneros españoles que trabajaban en Africa, y del que fue contagiada la auxiliar de enfermería Teresa Romero. Durante varios días se temió muy seriamente por su vida, pero finalmente, los cuidados y atenciones médicas, y la propia naturaleza de la enferma, se impusieron a los virus africanos, y ya parece llegar el día de su completa rehabilitación y regreso a la normalidad. Eso sí, el caso del Ebola en nuestro país ha dejado “al pie de los caballos” a dos autoridades máximas de la sanidad. La ministra Mato y el consejero madrileño. De ambos se ha reclamado con insistencia la destitución y el relevo, tras haber demostrado su incapacidad para desarrollar la tarea encomendada. Sería una lástima que las únicas víctimas del Ebola en España hayan sido los dos misioneros y el perro Excálibur… Artur Mas también está en sus peores horas, tras el marasmo y las contradicciones de sus sucesivas decisiones. Pero no quiere irse, ni someterse a las urnas, ni está en condiciones de afrontar esa consulta por la que ha apostado desde hace años. Váyase, señor Mas. Acompañe al señor Pujol en su ruta hacia ninguna parte y el olvido… JOSÉ CAVERO

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