jueves, 13 de noviembre de 2014

A empezar de nuevo La consulta-no referéndum catalán del nueve de noviembre, ha abierto un tiempo nuevo en la política española, que probablemente se parecerá más que nada a los viejos tiempos. Ahora mismo, estamos tratando de ver o adivinar por dónde sale cada cual. La primera en anticiparse ha sido Sáenz de Santamaría: Si alguien soñó con una cesión en la soberanía, que aleje esa tesis, que no tiene cabida en el Estado constitucional español. De parecida manera le siguió el propio Rajoy, aconsejado por el mago Arriola: Ya ni siquiera cabe la Constitución. En la misma línea se ha manifestado algún otro relevante miembro del PP: Una reforma constitucional que trajera consigo el estado federal, significaría una nueva Constitución, y eso no esta en el orden del día. O sea, que tampoco cabe esa tesis. No hay más cera que la que arde, y no hay deseo alguno de abrir el melón de la reforma constitucional ni siquiera para que los catalanes estén más cómodos en el estado español, como ha sido un repetido argumento de quienes han pensado siempre que la escasa afección de Cataluña podría remediarse con declaraciones institucionales, recordando sus condiciones de “más que una región autonómica”, algo parecido a una Nación, aunque siempre menos que un Estado… De manera que estamos volviendo adonde solíamos: al estado centralista que contiene distintas modalidades de regiones autonómicas, y donde no caben más frivolidades, del tipo de las ensayadas por Artur Mas de manera irresponsable y frívola. Es más, se está debatiendo cómo sancionar a Mas y a su grupo de principales colaboradores, dos o tres `personas en quienes se hará recaer la responsabilidad del ridículo de una consulta que ni siquiera llegó a ser consulta, pero que tuvo un coste grandes tanto en euros como en prestigio para la marca España. No caben otras aventuras, y el ridículo de Artur Mas no puede tener repetición… aunque ya lo esté proyectando. Ahora, con las elecciones “plebiscitarias”, con las que pretendería seguir la misma farsa, prolongar la comedia a la que ya se viene entregando desde hace unos años. Pero sucede que a la sandez de Mas le corresponde la inacción de Rajoy, decidido a que el tiempo le resuelva la papeleta sin haber tomado decisiones drásticas, sin apenas moverse de su trono. Confía en que las cosas se resolverán con el tiempo, conforme a la estrategia que ya empleó Franco durante años. Confía en que Europa, el mundo, Obama, las Naciones Unidas…, se le adelanten y resuelvan su problema. De ahí su confianza en convocar a Arriola, al gran gurú, para resolver una materia en la que todo permite imaginar que está perdiendo el tiempo para ganarlo… nuevo y acaso mayor error del propio Mas podría ser la excusa final, mientras otros piensan y “se mojan”. Por ejemplo, los fiscales, defensores de la legalidad, que ahora mismo tienen la pelota en su tejado, y que deberán hacer algo que venga a demostrar que hay alguien que tiene las cosas claras, que sabe lo que debe hacerse, en un tiempo de indecisión, de confusión, de no saber quién gana y quién pierde. Rajoy tardó tres días en proclamar que Artur Mas había perdido la idea de la consulta plebiscitaria, contrariamente a Mas que, después de haber participado activamente en preparativos y celebración del evento, tuvo la desfachatez de declararse vencedor sin rival, ante la inoperancia de todos los demás. No hay duda de que Artur Mas ejerce, como ya nos había prometido, la audacia, y que tiene la ventaja de que nadie le lleva la contraria. Nadie, al menos, en el momento justo y oportuno de cometer el delito. Y mientras tanto: ¿A qué espera Rajoy, Cospedal, el PP, para reclamar a Monago que se vaya de una vez, que ya ha hecho suficientemente el ridículo, que es impresentable su actuación con su ex novia venezolana? Monago ya está en la lista de los tachado por sí mismos por su inconveniente actuación. Está claro que le gusta el poder más que a un tonto una tiza. Pero no ha dado la talla, y en el aprtido lo saben desde hace años. Falta que se entere Rajoy, que le ha consentido casi todo, incluso sus viajes canarios a verse con la bella novia. Y qué me dicen de la payasada que hace Esperanza Aguirre a la hora de decidir a los sucesores de los corruptos de la trama de Granados? Quiere ser usted alcalde, alcaldesa. ¿Meterá usted la mano en la caja cuando ejerza el cargo? Claro que no… JOSÉ CAVERO

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