La herencia recibida y la marcha de Tomás Gómez Desde el primer día de la legislatura que está acabando, Rajoy y los suyos han atacado sin `piedad y con reiteración al PSOE por causa de la llamada “herencia recibida”. El primer grave episodio sucedió cuando el gobierno entonces nuevo reveló el nivel de déficit alcanzado, para comprobar que se había excedido en unas décimas al comprometido con Bruselas. Nunca quiso admitir el PP que ese exceso correspondía, precisamente, a Comunidades Autónomas dirigidas por el PP, casual o precisamente… En los años siguientes, el Gobierno del PP ha continuado superando la previsión de déficit, ero eso no ha sido problema ni ha suscitado escándalo parecido al del primer año “de herencia socialista”. Desde entonces, todos los datos malos de la economía tenían el mismo origen “maldito: La herencia socialista. Hasta ahora mismo, ese slogan sigue siendo repetido en prácticamente todos los mítines del PP. Ayer mismo, Rajoy invocaba, una vez más, ese origen maldito de las cosas malas… y proclamaba que nunca se volvería a producir esa maldición porque el PSOE no volverá a ganar las elecciones. Cospedal en otro mitin también invocada la maldición de los antecesores socialistas, que todo lo empeoran y que tiene que volver el PP `para remediar… En realidad, es un recurso viejo y tantas veces empleado, que debiera ser impedido por los propios peperos, pero saben de su eficacia, y les faltan muchos otros argumento alternativo, como el cumplimiento de las promesas de la campaña anterior. De aquellos incumplimientos, por el contrario, Rajoy y los suyos hace tiempo que se olvidaron, y ahora niegan con desfachatez que incluso se hubieran producido. Cabe esperar que la memoria de los ciudadanos votantes y corrientes no sea tan frágil como la de sus gobernantes, y que muchos cumplirán lo que prometieron cuando se inició la etapa de rebajas y recortes, que el PP ha preferido llamar de reformas. Es verdad que, en medio de todo esto, ha surgido una fuerza nueva, que ha hecho que muchos ciudadanos hayan olvidado cómo estaban las cosas antes de su llegada: Podemos puede transformarlo casi todo, y puede modificar muchos supuestos anteriores, y hacer olvidar el juego a dos de la política española durante las últimas tres décadas… Pero la actualidad arrasa. Finalmente, Tomás Gómez se ve abatido, o descabalgado, por el resultado de las pesquisas judiciales llevadas a cabo por el caso del tranvía de Parla. Su secretario general ha procedido con energía y d manera drástica e inapelable con quien ya había sido designado candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, en competencia con Ignacio González. Tomás Gómez ha sido un personaje de larga trayectoria, en la política autonómica madrileña, y ha ejercido un poder importante en el PSOE madrileño, hasta este mismo momento, y está por ver cómo reacciona ahora el PSOE a la hora de determinar sucesor al candidato. El otro candidato –a la alcaldía de Madrid- es Antonio Manuel Carmona, buen amigo, además, de Tomás Gómez. Han sido colaboradores estrechos en los últimos meses, y ahora está por ver lo que sucede en el “tandem”.. También es noticia relevante de las últimas horas el gesto del Rey Felipe VI de bajarse el sueldo en un 20 por 100, a sí mismo y a los restantes miembros de la Casa Real: Sus padres y su esposa. No cabe duda de que se trata de una actuación meditada y reflexionada, con la que se pretende empezar a cambiar las cosas en un ámbito extraordinariamente observado por el caso Urdangarín y otros abusos anteriores. El nuevo Rey aspira a hacer las cosas de manera diferente y a que se sepa que así sucederá… Montoro, de nuevo aparece en una línea delicada de críticas muy amplias por su decidida actuación contra los dirigentes de Podemos, en un uso discriminatorio de la crítica desde el Gobierno hacia sus adversarios políticos. ¿Se sabe de alguna crítica a los dineros negros empleados por su propio partido en las obras de la sede de la Calle Génova? Entonces, como la vicepresidenta de los labios rojos, más le valiera callarse y aplicar siempre el mismo rasero para propios que para extraños… JOSÉ CAVERO