miércoles, 11 de marzo de 2015

Confrontaciones Ya han tenido lugar las primeras refriegas preelectorales, entre los candidatos andaluces. Santamaría ha comparecido para dar ánimos a su pupilo, Juanma, y para advertir a Susana (Díaz), ojo con él, que se ha venido arriba… Pero aún es pronto para comprobar el grado de conocimiento y aceptación que tiene “el nuevo”, frente a la veterana presidenta que aspira a repetir en el cargo, incluso, si fuera posible, sin necesidad de recurrir a alianza alguna. Es evidente que Juanma, Moreno Bonilla, contará con toda la plana mayor del PP, que se juega muchísimo en este primer envite de la temporada. Pero a Susana Díaz no parece probable que le falten argumentos y habilidad para exhibirlos frente al adversario PP. De los demás. Bien poco se sabe: IU repite con Maíllo, “(malillo”, le dicen algunos), y de Ciudadanos y Podemos apenas se tiene noticia. No parece probable que vayan a ser dos bombazos en las primeras elecciones de la temporada. Más entretenida si cabe está la pelea madrileña, aquí reducida, de momento, a las candidatas del PP, Aguirre y Cifuentes. La mala uva de la primera viene compensada por la bondad de la segunda, y de este modo, mal puede haber confrontación ni pelea. Esperanza lo está dando todo desde antes de su designación, y cada día de monta su propia pelea consigo misma: la presidencia regional del PP, el palacete de Cibeles, el sorprendente fichaje de la Sangil, los elogios a su permanente adjunto Ignacio González… Ya hemos visto la habilidad de Aguirre para equivocarse con sus colaboradores: López Viejo, Sepúlveda, Granados, González…Aguirre termina siempre reconociendo que se equivocó, que no supo ver lo que hacían a su lado sus colaboradores de máxima confianza. En muchos de estos movimientos hay un indiscutible deseo de molestar a Rajoy, o lo que es lo mismo, de afianzarse en su propio y personal liderazgo: Si me aceptas porque no tienes más remedio, y porque nadie te puede sacar esa castaña del fuego, tendrás que soportarme con todas mis pamplinas, viene proclamando doña Espe, insoportablemente caprichosa y displicente. Hasta que alguien le frene los pies. Pero aún no ha llegado ese momento. Sus adversarios, de momento, están en su propio partido, y los demás, apenas han aparecido en escena. Cabe esperar que pronto lo harán los socialistas, Carmona y Gabilondo, y los restantes, cuando ese mundo de la izquierda –Podemos e Izquierda Unida- o del centro –UPyD, Ciudadanos-, termine de aclararse y de lanzar sus candidaturas formalmente. En el resto parece haber muchas menos prisas, y todo se irá sabiendo en los días y semanas que vienen, hasta que el panorama electoral quede perfectamente aclarado. Andalucía va por delante, marcando los tiempos… Y mientras tanto, hay otros asuntos, la mayor parte de los cuales llegan a tener influencia en las urnas. El caso Villarejo, el comisario de los mil negocios millonarios, que está dejando en ridículo, una vez más, al ministro Fernández y su adjunto, el antes locuaz imparable y hoy mudo director de policía y ex diputado Cosidó. ¿Hasta cuando aguantará el tipo Ignacio González, después de la revelación de sus cintas? ¿No merecería la pena un repaso a su vida y milagros, vistas sus debilidades y sus virtudes, tan generosamente valoradas por la lideresa, su jefa? Nada se ha dicho del espionaje en el gobierno madrileños, poco sobre sus desventuradas iniciativas en negocios: La Ciudad de la Justicia, el tren ligero, los grandísimos proyectos de Campamento, de Chamartín y el anterior de Las Vegas-Alcorcón… ¿Todo habrá quedado en sueños de una noche de invierno? Alguien debiera levantar esas banderas, o enterrarlas para siempre. JOSÉ CAVERO

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