miércoles, 8 de abril de 2015

Imagen de unidad Eso es lo que se propuso dar ayer, en la junta nacional del PP, el líder Rajoy ante los centenares de sus mandos convocados a escuchar su gran mitin de comienzo de campaña electoral. En adelante, y por mandado del gran jefe, habrán concluido las críticas y disensiones interiores, hasta nueva fecha…Por lo demás, apenas alguno de sus barones tuvo el atrevimiento de hacer referencia a esas conversaciones que habrían opuesto, sobre todo, a Dolores de Cosedla con varios de los restantes dirigentes del Partido. Por el contrario, Rajoy se deshizo en elogios a la manchega, que se ve a menudo enfrentada a problemas muy por encima de sus propios niveles de conocimiento y competencia, como el caso Bárcenas o la designación de candidato para la junta andaluza. Bastante hace ya, vino a decir Rajoy a sus correligionarios. Bastante tiene con lo que llega a su mesa de secretaria general, y además, la mantenemos en su otra tarea de presidir Castilla la Mancha… Por lo demás, en los diarios de este miércoles hay abundantes y contundentes reacciones al acto mismo: El PP ha sido convocado a una nueva meta, que no se sabe cuál es, dice un analista. Otra, señala que, una vez escuchado Rajoy, el acto terminó abruptamente, sin dar ocasión a que se escuchara ninguna otra vez… Si esos son comportamientos de un partido democrático… Y desde luego, no todas eran caras de satisfacción por encontrarse. La de Esperanza Aguirre, por ejemplo, fue descrita como el rostro de la insatisfacción. Pero ya tiene su tarea y su meta a alcanzar. Si la consigue, todo serán elogios, y si no, habrá concluido su larga vida pública y de entrega al partido. En la mesa central de presidencia, Rajoy compareció con Cospedal y Arenas a cada lado. Como si nunca hubiera pasado nada y como si entre ambos fluyera una corriente impetuosa de afectos mutuos…Sorprende que haya sid0 ABC el más crítico con la situación: las luchas de poder han estallado, personalismos, luchas por el poder, falta de química personal… Eso es lo que abundaba sobre el rostro aparentemente amable y relajado de los reunidos. ¿Qué resultará de todo este espectáculo ofrecido a la concurrencia de los electores de todo el país? Desde luego, no se puede decir que predomine el optimismo y la convicción de que “esta vez también vamos a ganar por goleada”… Porque en el exterior, además de unos medios informativos básicamente recelosos, hay otras fuerzas políticas decididas a arrebatar el poder del que ha venido disfrutando, y aún disfruta el PP marianista y cospedaliano. Ciudadanos viene apretando fuere, y en la misma senda conservadora del PP. Y Podemos se presenta como la alternativa y el enemigo del PP por excelencia, en clara competencia con el PSOE de Pedro Sánchez. Pero hay otros cuantos asuntos, además del estrictamente electoral. Torres vuelve a atacar, y no para satisfacción del Rey don Juan Carlos, que nuevamente se ve alcanzado por los relatos del socio de Urdangarín. La tesis de Torres es que el Rey estaba al corriente de todo cuanto hacía su yerno, y eso parece bastante argumentado ya, por más que se niegue en la casa real. En un a de las dos casas reales, porque la de Felipe VI ya hace tiempo que no quiere saber de viejas historias. Ya en su día dijo que no quería saber nada de esa clase de asuntos turbios de su hermana y cuñado, y que quería permanecer al margen de ese tipo de discusiones y debates. Y lo viene haciendo muy bien, entregado a sus tareas de cada día y sin entrar en asuntos ajenos y pasados. Y otro tanto cabe decir de Leticia, que tampoco aparece en manera alguna sobre estos excesos de la anterior casa. ¿Cuánto terminará este culebrón incómodo y desdichado para la real Casa? Torres tiene abundante munición, y es probable que aún tenga alguna más sin emplear. Otro tanto sucede con el “enfant terrible” Nicolasete, que de vez en cuando aparece como protagonista de `pagos de factura de sus antiguos colaboradores al margen de la ley. Estos casos aparecen un día, y da la impresión de que ya no acabarán nunca de incordiar y molestar a todos los rozados alguna vez… JOSÉ CAVERO

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