viernes, 15 de mayo de 2015

La tortura de Susana Díaz Desde el PP, por boca del presidente de la vicepresidenta, del hombre en Andalucía Moreno Bonilla, se ha repetida una y otra vez que la culpa de la reiterada no investidura de Susana Díaz es, exclusivamente, de Susana Díaz, porque tuvo la ocurrencia de disolver su parlamento para anticipar elecciones en beneficio exclusivamente personal. Es una estupidez de notable calibre, como cualquiera puede suponer. El presidente de Andalucía recurre a la disolución del Parlamento cuando comprueba que se ha roto, o está a punto de romperse, la coalición que mantiene con IU, y porque aspira a mejorar su posición, todas legítimas y razonables razones. Las de Rajoy, Santamaría y Bonilla son razones torpes y que no sirven para tapar la torpeza que el PP está cometiendo al negar la investidura a quien ha ganado las elecciones y la derrotado al “experimento” pepero, designado por el dedo de Santamaría y con la bendición apostólica de Rajoy. Dicho lo cual, es razonable que Susana Díaz se plantee seriamente la posibilidad de convocar nuevas elecciones, para salir del atasco al que le han conducido el PP y los restantes partidos del nuevo –y apenas sin estrenar- parlamento andaluz. Susana y Andalucía llevan ya un trimestre inútil, con el coste derivado de sueldos de diputados que sólo han tenido una triple utilidad: Votar no a la presidenta electa y en funciones. Bien, supongamos que Susana Díaz, finalmente, se harta de esas votaciones con las que se le viene torturando, y disuelve de nuevo el parlamento para recurrir a unas nuevas elecciones. Pueden suceder dos cosas: que vuelva a ganar, con más amplia mayoría o con menor mayoría. ¿Se repetiría el bochornoso espectáculo de condicionar la investidura a que haga o deje de hacer esto o aquello? ¿O, por el contrario, podrían verse los partidos “opositores” –todos opositores al PSOE-A- severamente castigados por el votante, harto de la memez de sus señorías y sus correspondientes jefecillos? La experiencia es probable que valga la pena, y que bien merecería alguna clase de azotaina a los estúpidos que cobran dietas sin haberse estrenado en sus funciones de resolver los problemas de los andaluces. ¿Sería un experimento caro? No tanto como el ridículo que estamos abonando a un Parlamento elegido e inutilizado antes de nacer… Y desprestigiado hasta límites insospechados. ¿Esa es la doctrina y la inteligencia de los gurús de la Moncloa? Escasita y muy limitada, ciertamente… Para enmendarlo todo un poco más, surge el caso Aznarcollar, que eso sí que merece trato aparte, como todas las posibles corrupciones de cualquier punto de la nación. Aún no se sabe si se ha actuado o no “con todas las de la ley”, pero la sentencia ya está distada: Susana es culpable, doblemente culpable, por ignorante o por prevaricadora. Pero no hay quien pueda salvarla del acoso de todos los demás. Hubo una vez un personaje bíblico, precisamente llamado Susana, que padeció el acoso de los viejos y rijosos de la tribu. En las historias bíblicas, el inocente suele acabar triunfando. En Cataluña, la campaña electoral tiene tintes específicos y propios. De momento, la bandera estelada, o independentista, que deberá dejar su lugar de preferencia entre las banderas de los edificios públicos, para no violar la neutralidad. Los independentistas se resisten, porque quieren entender que esa batalla ya la tenían ganada. Pues, no señor. Si los cálculos del propio Mas no yerran, -que ya ha anticipado que terminará su vida política si las elecciones no tienen el final que pudo soñar, de grandísima aclamación del independentismo- estas elecciones pueden ser el principio del final de la aventura independentista. Hasta aquí ha podido llegar el costoso experimento de Mas y Junqueras, probablemente derrotado por Podemos, Ciudadanos, PSOE y otras fuerzas de verdad neutrales y renovadoras… Esteladas, Mas y Junqueras, podrían terminar en el mismo saco de las basuras pasajeras y temporales… JOSÉ CAVERO

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