martes, 17 de noviembre de 2009

EL ALAKRANA NAVEGA LIBRE, ANUNCIÓ ZAPATERO

EL ALAKRANA NAVEGA LIBRE.- Si bien está lo que bien acaba, no hay ningún género de dudas, y es preciso felicitarse y celebrar por todo lo alto que pos 36 marineros y pescadores del atunero vasco Alakrana ya estén surcando el mar, libremente, hacia las Islas Seychelles al final de 47 días de secuestro y retención por los piratas somalíes. El anuncio lo hacía el mismísimo presidente del Gobierno prácticamente a la misma hora en la que se anunciaba que el magistrado juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, había finalizado la investigación del asunto y de la participación en el secuestro de dos jóvenes piratas capturados por los infantes de marina del buque Canarias. Estos dos elementos, parte del grupo de los secuestradores, serán juzgados por 36 delitos de detención ilegal y uno de robo con violencia y uso de armas. Pero, en efecto, la gran noticia la proporcionaba, primero a los propios familiares de los marineros-pescadores y luego a la opinión pública, el `presidente Rodríguez Zapatero, al anunciar, oficialmente, pasadas las cinco de la tarde, el final del secuestro en una comparecencia. "El pesquero navega libremente. Todos los marineros están sanos y salvos", anunció Zapatero sin disimular su satisfacción.

COMPLETA ALEGRÍA Y SATISFACCIÓN.- Y en el mismo sentido, de completa alegría, se manifestaban el gobierno vasco, el gallego, el parlamento vasco..., y por supuesto, los familiares de los marineros y pescadores del Alakrana, el pesquero cuya suerte hemos seguido todos con toda intensidad, y no poca angustia, durante el cautiverio.
Si profundizamos un poco en el desarrollo del caso, será preciso ser más crítico y examinar los deterioros causados por los piratas en su operación del Golfo de Adén. Primero, deterioro económico, parece que finalmente satisfecho el rescate reclamado por los secuestradores. Lo pagarán, o habrán pagado ya el seguro del buque, el amador..., y con toda probabilidad, el Estado español, es decir, el contribuyente. Por lo menos habrá avalado las cantidades reclamadas.

MUCHOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES "ROZADOS".- Pero más grave ha podido ser la negociación de índole política y jurídica, zona en la que es seguro que se han rozado muchos principios elementales: La negociación con toda clase de terrorismo, incluidos los terroristas del mar, la cesión del Estado ante quienes emplean actos de violencia... Esos principios, cuyo cumplimiento estricto siempre han exigido los partidos de la Oposición, y por supuesto, han recordado siempre las primeras autoridades en materia jurídica, han quedado, por esta vez, pospuestos o marginados en atención a la vida de los rehenes, desde el momento mismo en el que los piratas hicieron descender del barco a tres tripulantes y amenazaron con darles muerte si no se concedía la libertad a los dos piratas retenidos por España en la cárcel de Soto, y a disposición del juez Pedraz. El chantaje de los terroristas del mar obró el milagro de un juicio rapidísimo y de un compromiso claro, por parte del gobierno español, de que los dos piratas retenidos en España serán reenviados a aquella zona del mundo lo antes posible. Probablemente en unos pocos días.

GRANDES PRISAS DE TODOS.- Todas esas prisas han sido efecto de varias cosas: primero y sobre todo, la presión de los piratas y su amenaza de dar muerte a los rehenes. Pero también, la presión de los familiares, que, conforme a la reclamación de los propios piratas, hicieron todo el ruido posible y presionaron al Gobierno, a los jueces y a la opinión pública, empezando por los correspondientes políticos vascos y gallegos, para que se hiciera todo lo posible, incluso lo imposible, para atender las exigencias de los secuestradores del barco y sus tripulantes.
Todos hemos cedido, claro que sí. Los medios informativos también, porque todos pensamos que estábamos colaborando a evitar un crimen y a resolver una situación que no parecía tener otra salida. Todos nos dejamos un poco de dignidad en el episodio, y tal vez unas pesetas de contribución al Estado... Pero todo sea por el final feliz tan deseado.
JOSÉ CAVERO

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