domingo, 13 de diciembre de 2009

LAMANIFESTACIÓN SINDICAL DE AYER, Y LA MALA PRENSA COSECHADA HOY

LA MARCHA SINDICAL.- Definitivamente, no tienen, en esta hora, “buena prensa” lo que organizan o promueven los sindicatos y sus dirigentes. Sin ir más lejos., la manifestación organizada para la tarde de este sábado en Madrid,.está lejos de cosechar las mejores referencias en los medios informativos, por más que desde algún diario se califique de multitudinaria esa protesta sindical en defensa del empleo, o de exhibición de fuerza fe los sindicatos ante las reformas, y se insista en que esa “manifestación multitudinaria marca el inicio del diálogo laboral”. Otros titulares sobre el acontecimiento resultan mucho menos propicios o favorables: Espectacular fracaso de la manifestación de UGT y CCOO contra los empresarios, dice La Gaceta. “El gran circo sindical”, titula La Razón, que añade que UGT y CCOO cargan contra la patronal y no critican al gobierno en la manifestación de Madrid. El diario El Mundo, a su vez, afirma que los sindicatos “se reivindican a sí mismos”, y Méndez se jacta de haber obligado al gobierno a aumentar la protección del des3empleo por primera vez en una crisis. En fin, desde ABC se señala que UGT y CCOO amenazan al Gobierno y a la patronal con huelgas, y afirman que la precarización laboral abocaría a conflictos de otro tipo. La primera protesta de los dos sindicatos mayoritarios contra la crisis, dice este diario, no tuvo la esperada participación histórica.
RECUENTOS DISCREPANTES.- Y de nuevo, el recuento de cifras de cualquier manifestación, que proporciona datos abrumadoramente discrepantes: Decenas de miles de personas, según El País, y según Lynce, para Efe, tan sólo 32.921 asistentes. Más los correspondientes editoriales valorativos del acontecimiento. El País explica que la demostración estuvo dirigida, sobre todo, a cohesionar las propias fuerzas ante el reinicio del diálogo social, tras la ruptura del pasado verano. El eje del diálogo social será el tema del empleo, el problema central que reunió a los asistentes a la manifestación. Y cómo se plantea reducir la excesiva dispersión de tipos de contrato y de equilibrar la dualización entre fijos y eventuales, las medidas de incentivación de la contratación de jóvenes y la aplicación del modelo alemán de sustituir empleos por reducción de jornada con menor salario compensando con subvenciones públicas.
VOCES CRÍTICAS.- Hay análisis mucho menos amables, como el de El Mundo, que empieza afirmando que no se puede decir que UGT y CCOO estén pasando precisamente su mejor momento. Hace unos días, un joven realizaba una durísima crítica de su labor desde la tribuna del Congreso, aprovechando la lectura de la Constitución. La anécdota refleja el desconcierto creciente que existe en la sociedad española sobre unos sindicatos cada vez más preocupados por defender sus privilegios mientras se agudiza la crisis. Resulta muy difícil de entender la decisión de Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo de convocar a sus bases en Madrid bajo el lema: «Que no se aprovechen de la crisis, el trabajo lo primero, por el diálogo social». Todo el mundo está a favor de la prioridad del trabajo y de la necesidad del diálogo social, pero la primera parte del eslogan -ese «que no se aprovechen de la crisis»- es un implícito y desafortunado juicio de intenciones sobre los empresarios.
DESAPARICIÓN DE EMPRESAS.- En una coyuntura en la que han desaparecido 140.000 empresas en año y medio, parece de bastante mal gusto que los sindicatos se arroguen el derecho de movilizar a sus militantes contra los empresarios, que son un factor imprescindible para la creación de empleo y riqueza en nuestra sociedad.”. Parecida crítica contiene La Razón, que observa que la marcha fue un acto de apoyo al gobierno de los cuatro millones de parados, en el que no se produjo ni una palabra contra Zapatero. Méndez dejó las críticas para Aznar, los empresarios y la banca. Y añade este diario próximo al PP que la protesta fue un episodio bochornoso para vergüenza de una casta que no defiende a los trabajadores. En parecida línea se sitúa La Gaceta, que habla de “patochada sindical”, escenificada por los liberados paniaguados de UHGT y CCOO. Concluye afirmando que la concentración de este sábado quedará en los anales de la historia de la democracia como la actuación de un sindicalismo que actúa como los sindicatos verticales…
Definitivamente, la iniciativa sindical no tuvo la mejor prensa…
EL MUNDO OPINA.- Conscientes de que esta referencia puede ofender no sólo a los empresarios sino a otras muchas personas, Méndez y Fernández Toxo intentaron ayer restar importancia al eslogan, elegido hace un mes, subrayando que lo que pretenden es pedir «un equilibrio en el reparto de los sacrificios que provoca la crisis». Según datos del INE, el coste medio salarial ha subido en España en 2009 un 4,1%, lo que pone en evidencia que no son los trabajadores que conservan su empleo los que tienen más razones para quejarse. Los que de verdad han salido perdiendo son los casi dos millones de empleados que han ido a las filas del paro desde agosto de 2008. Los sindicatos han rechazado hasta ahora -y lo siguen haciendo- cualquier reforma laboral que reduzca el coste del despido para los nuevos contratos, lo cual dificulta la creación de esos puestos de trabajo que permitirían reducir las estadísticas del desempleo. Cualquiera que escuche lo que dijeron ayer los líderes de UGT y CCOO, unido al eslogan de la convocatoria, podría llegar a la conclusión de que la manifestación de hoy carece de objetivos claros, más allá de un acto de autoafirmación de su propio poder, puesto que no piden medidas concretas ni se aboga. Dicen los convocantes que el primer objetivo de la manifestación es «restablecer las condiciones para el diálogo social». Esas condiciones no van a ser mejores tras esta movilización. Los empresarios también quieren el diálogo social, lo que sucede es que no están de acuerdo con los sindicatos en el contenido de las iniciativas que deben salir de la negociación. Méndez y Fernández Toxo reconocieron que «no hay un clamor» para proceder a una huelga general, lo cual es cierto. Casi nadie piensa que en estos momentos la solución a la crisis pueda venir del enfrentamiento entre los agentes sociales, sino todo lo contrario. Da la impresión de que UGT y CCOO están molestas porque se les reprocha que no han hecho nada para luchar contra la crisis y que sacan a la calle a sus bases -venidas a la capital en trenes y autobuses de toda la geografía española- para desmentir esa tesis. Hoy tendremos más elementos de juicio para valorar si esta convocatoria es una excursión de fin de semana o una manifestación con objetivos concretos.
OPINA EL PAÍS.- La movilización sindical que reunió ayer en Madrid a miles de trabajadores fue una demostración dirigida sobre todo a cohesionar las propias fuerzas ante el reinicio del diálogo social, tras su ruptura el pasado verano. Por primera vez, los agentes sociales estarán presentes en la conferencia de presidentes autonómicos, que se reúne mañana con el objetivo de coordinar la aplicación de las medidas proyectadas en la Ley de Economía Sostenible. El paso siguiente será ya el inicio formal de la negociación tripartita de sindicatos, Gobierno y patronal. Lo que ayer se quiso dejar claro es que las políticas que deben impulsarse para crear empleo no deben realizarse a costa de los trabajadores. Esta reanudación ha sido posible porque el Gobierno, y también los sindicatos, han aceptado que la reforma laboral pueda formar parte de la agenda, aunque excluyendo que sólo consista en (o incluya) el abaratamiento del despido. La patronal exigía hablar de esa reforma, sin precisar su contenido, pero dando por supuesto que no dejaba fuera esa cuestión. También ha sido necesario que la patronal aceptase hace un mes desbloquear la negociación de los convenios colectivos, embarrancada por el incumplimiento de las subidas pactadas para 2009 con el argumento de la inflación negativa. Hay un compromiso de cumplir lo pactado y recurrir a los tribunales en los casos de desacuerdo, y una propuesta sindical de pacto salarial para el bienio 2010-2011. Pero el eje del diálogo será el tema del empleo, el problema central que reunió a los asistentes a la manifestación. La expectativa gubernamental de que puede estar próximo el fin de la recesión se acompaña de advertencias sobre el mantenimiento del paro por un periodo largo. La cuestión planteada es si ese desfase temporal entre crecimiento económico y creación de empleo puede acortarse mediante reformas del tipo de contratación como las producidas a la salida de anteriores crisis. Ahora más bien se plantea reducir la excesiva dispersión de tipos de contrato y sobre todo equilibrar la dualización entre fijos y eventuales, que penaliza especialmente a los jóvenes (el paro entre menores de 25 años ronda el 40%). Junto a medidas de incentivación de la contratación de jóvenes, el Gobierno plantea como prioridad de la negociación la aplicación del modelo alemán de sustituir despidos por reducción de jornada con menor salario compensado con subvenciones públicas.
OPINA LA VANGUARDIA-JULIANA.- La gran manifestación sindical de ayer en Madrid quizá sea la verdadera piedra de toque de la legislatura. Mar Díaz-Varela, periodista de La Vanguardia que lleva más de treinta años registrando el pulso socioeconómico de la capital de España, sostiene que estamos ante la segunda mayor manifestación sindical de la democracia, dejando en el primer lugar la protesta del 14 de diciembre de 1988 contra la política laboral de Felipe González. Fue la de ayer una manifestación "contra el rey Carlos III", según irónicas palabras de un alto dirigente de UGT, puesto que no hubo ni una sola pancarta en contra del Gobierno y la marcha concluyó en la Puerta de Alcalá, la obra más significada del rey-alcalde. La manifestación pone claramente de manifiesto que España está hoy gobernada por la conjunción PSOE-UGT, con el líder sindical Cándido Méndez en el papel de vicepresidente en la sombra. Con esa conjunción, que deja atrás, muy atrás, la enconada rivalidad entre Indalecio Prieto (socialismo liberal) y Francisco Largo Caballero (socialismo corporativo) en los años treinta, y entre Felipe González y Nicolás Redondo en los ochenta, Zapatero está atravesando la peor tormenta económica de los últimos cincuenta años con la esperanza de cabalgar dentro de poco las noticias positivas de una lenta recuperación. El principal objetivo estratégico del PSOE, evitar la huelga general y preservar la unidad del núcleo rocoso de su electorado, parece hoy encarrilado.
OPINA PÚBLICO –WYOMING.- La gente quiere escuchar propuestas diferentes a las que proponen los que provocaron “la crisis”, que hablan de soluciones difíciles de comprender para los que no tenemos una visión macroeconómica de la existencia, como el empecinamiento en que el abaratamiento del despido atenuaría la destrucción de empleo. Estas indemnizaciones se crearon, precisamente, para evitar que el despido se convirtiera en un acto reflejo ante cualquier situación crítica. Dicen que flexibilizar el mercado laboral no tiene nada que ver con el despido libre. Cuando se les pide que expliquen qué quieren decir, se van por extraños vericuetos. En el mejor de los casos, citan a los que están de acuerdo con estas medidas de recortes de derechos de los trabajadores, dando a entender que gente tan lista no puede equivocarse, como si no hubiera un posicionamiento ideológico previo detrás de las reformas que proponen la CEOE o el gobernador del Banco de España, entre otros. Mientras se esfuerzan en aplicar sus recetas a los demás, aparecen noticias acerca de sobresueldos y participaciones en beneficios que se ponen los altos cargos del mundo de la banca y las altas finanzas. También, al parecer, quieren flexibilizar su mundo, pero en sentido contrario. Lo que resulta evidente a los ojos de los que no tenemos perspectiva histórica es que no nos consideran sus iguales. Algunos ingenuos todavía esperamos una disculpa por la crisis en la que nos han metido con su infinita codicia. Por eso urgen soluciones que vengan de fuera de los que, a mi corto entender, nos meterían en otra igual sin pestañear.
OPINA ABC.- Desde hace tiempo, la opinión pública contempla la actitud de los sindicatos ante la crisis económica con una mezcla de indignación y perplejidad. Muchos millones de ciudadanos padecen el drama del paro y nadie consigue ver la luz al final del túnel, pero UGT y CC.OO. mantienen una actitud de mansedumbre ante el Gobierno y solo se movilizan contra los empresarios. El lema de ayer encierra una falacia evidente: «Que no se aprovechen de la crisis». La manifestación de Madrid era -sorprendentemente- la primera salida a la calle de unas organizaciones que, en lugar de cumplir su función en defensa de los trabajadores, prefieren dar cobertura a un Ejecutivo incapaz. Es un sarcasmo que las consignas se dirigían contra los empresarios, al amparo de una ideología trasnochada que mitifica una anacrónica y hoy imaginaria «lucha de clases». Identificar a los empresarios con los «ricos» supone desconocer a propósito la realidad diaria de miles de pequeñas y medianas empresas, así como el esfuerzo para la creación de riqueza (y, por tanto, de empleo) que desarrollan los sectores más activos y dinámicos de la sociedad. Dadas las circunstancias, es intolerable que unas entidades subvencionadas y controladas por una burocracia anquilosada pretendan engañar a los trabajadores, -incluidos muchos de sus afiliados-, bailando el agua a la retórica gubernamental sobre nuevos modelos de crecimiento y otros sofismas que no conducen a ningún sitio, excepto a la cola del paro. La concentración, no muy nutrida, alcanzó niveles de esperpento con el protagonismo de ciertos iconos del supuesto «progresismo» cultural. Nada más lejos de la responsabilidad exigible a los sindicatos que un planteamiento que culpa a la patronal de todos los males y suscribe el discurso de Rodríguez Zapatero sobre un mercado de trabajo cuya rigidez es objeto -una y otra vez- de las críticas fundadas de todos los organismos internacionales y los expertos de mayor prestigio. El caso es que todo vale para atacar a la derecha y a supuestas minorías poderosas en nombre de una ideología que aparenta ser radical, pero que se orienta de hecho a salvar los privilegios de unos cuantos dirigentes subvencionados. Así pues, resulta lamentable el papel que juegan en plena crisis unas organizaciones que falsean las funciones genuinas que les corresponden en una sociedad democrática. Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo pueden decir lo que quieran sobre el «éxito» de su manifestación burocrática, pero a estas alturas no engañan a nadie.

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