jueves, 7 de agosto de 2014

Misionero con Ebola y tratamiento de jefe de Estado A primera hora de la mañana, nueve horas aproximadamente llegaba a las instalaciones del Hospital Carlos III de Madrid el misionero Miguel Pajares, toledano, infectado por el virus de la enfermedad Ebola en Monrovia, capital de Liberia. El misionero, de 75 años, había reclamado con insistencia ser devuelto a su país por grave riesgo de padecer víctima de la enfermedad, al igual que viene sucediendo con decenas, centenares y hasta casi un millar de afectados por esta enfermedad en cuatro países africanos. Lo sorprendente es el tratamiento formidable y excepcional que está teniendo el misionero Pajares, Avión medicalizado para trasladarlo desde Monrovia a Madrid, ambulancias y escoltas para trasladarlo desde Torrejón de Ardoz al hospital Carlos III, y tratamiento singularizado en el propio hospital, una de cuyas plantas ha quedado exclusivamente dedicada a la atención de tan ilustre paciente. El resto del hospital, que habitualmente atiende a unos sesenta y cinco enfermos, según ponía de relieve esta misma mañana el prime r gran titular del diario El País, quedó vacío ayer para la correspondiente afección que requiere el enfermo de Ebola. Pese a lo cual, y paradójicamente, las autoridades aseguran que el riesgo de contagio del enfermo es mínimo. Muchos ciudadanos se preguntan las razones por ,las que el misionero Pajares está teniendo un tratamiento tan favorable y se ha volcado en su favor la sanidad pública madrileña, pr decisión de las autoridades de la Comunidad que presidente Ignacio González. ¿Es necesario que se vacíe el hospital al completo, que se le dedique toda una planta a tan ilustre enfermo, que se hayan empleado con él tantas atenciones extrahospitalarias en el traslado desde Monrovia y desde Torrejón de Ardoz al hospital? ¿No se está teniendo una atención extraordinaria y especialísima para con el misionero español en tierras africanas por el hecho de padecer una enfermedad de rumbos desconocidos, pero mortales, en sus tierras de ocupación”? Según los expertos es poco o casi nada lo que se conoce de la enfermedad y sobre todo, de su eventual curación, aunque sin duda, le favorecerán las atenciones generales de un hospital como el madrileño, con las atenciones y cuidados que no tiene ninguno de los centros médicos africanos en que pudiera ser atendido. Por supuesto. Pero, ¿no hay tratamiento extraordinario, especialísimo y muy particular, privilegiado y discriminatorio con el sacerdote toledano Pajares? El precedente es gravísimo, claro está: Cualquier otro español en tierra extranjera, que pudiera reclamar ser atendido en un hospital español, ¿iba a recibir tantas y tan costosas atenciones? Es del todo impensable… Si acaso, mediante un costoso seguro de vida y enfermedad, podría conseguir el traslado a España, pero en modo alguno con el transporte oficial y de un avión militarizado, medicalizado, y con ambulancias y escoltas propios de un jefe de Estado. ¿Por qué Ignacio González tiene este trato singularísimo y privilegiado con el padre Pajares? ¿Y `por qué la sanidad pública, y el Gobierno de Rajoy , consienten estos privilegios hacia el cura toledano? Alguien deberá dar las explicaciones pertinentes… Comentábamos ayer el caso del buque escuela Juan Sebastián Elcano, empleado por algunos desaprensivos, y unos pocos marineros, para transportar cocaína. Hoy se conoce el dato de que esos marineros imputados iban a cobrar 550.000 euros por traer la droga en el prestigioso, hasta ahora, buque escuela, en el que se ha detectado la presencia de casi 150 kilos de cocaína. Cabe suponer que el arresto y sanción que se impondrán a los participantes en esta fechoría resultará, también, ejemplar. Son muchos años de comportamiento modélico, y muchos cientos de marinos españoles, los que reclaman para el Elcano una restitución del honor perdido. Los jefes militares ¿no han sabido inculcar a los marineros el debido respeto a una institución tan veterana como ennoblecida? JOSÉ CAVERO

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