viernes, 8 de agosto de 2014

Pujol y el cura del Carlos III Probablemente son los dos protagonistas de este día, viernes de septiembre en el que no decrece el caudal de información, aunque sí, probablemente, el nivel de explicaciones mínimas exigibles. Por ejemplo, en materia del fraude fiscal de Pujol, vuelve a hablar el propio protagonista, pero aún ignoramos algunos aspectos del caso, como si Pujol regularizó su situación fiscal acogiéndose a la última posibilidad que el ministro Montoro facilitó hace algunos meses, y a la que se acogieron algunos otros defraudadores conocidos, como el exadministrador del PP. ¿Lo intentaron Pujol y sus hijos, o su descaro ha sido tan notable como nos aparece, y por qué el anuncio se produce ahora mismo, posiblemente porque los agentes tributarios o la agencia antifraude pisaban ya los talones al muy exilustre personaje y sus cuentas? La comparecencia de Pujol, después del largo silencio que siguió a sus revelaciones , se produce con el fondo de un bellísimo paisaje, en el Pirineo catalán,. En una masía-mansión de la que, se nos asegura, es propietaria doña Marta Ferrusola, la esposa de Pujol. Pujol está extraordinariamente tranquilo, y se limita a contarnos que ya dio detalles de su “crimen”, en mucho más que tres líneas, y que, naturalmente, atenderá a las instituciones jurídicas o tributarias que quieran ampliar datos. No lo tiene tan claro, o no lo desea aclarar, sobre si comparecerá ante el Parlament catalán. Sus colegas de Convergencia, con toda probabilidad, impedirán esa declaración que terminaría de menoscabar el prestigio de don Jordi y harían su caso un debate público que no parece que interese ni al protagonista ni a sus viejos colegas, pero sí a sus opositores del PP o del PSC. Es más, es probable que el Caso Pujol fuera empleado por todos para arremeter contra el independentismo de quienes abogan por una consulta popular determinante el nueve de noviembre. Por todo lo cual, es probable que se aspire a conducir el caso Pujol por los cauces discretos de los agentes tributarios y judiciales, sin más. En cundo al cura internado en la planta del Hospital Carlos III, está todavía mucho más necesitados de aclaraciones: a quién se le ocurrió traerlo a España, a quién se le ocurrió traerlo a un hospital de la seguridad social a quién se le ocurrió cerrar todo un hospital público para dejar solo y aislado al misionero, quién convenció a las autoridades sanitarias españolas para actuar de este modo, dónde está la ministra Mato que, aun no ha tenido la feliz ocurrencia de comparecer y dar la menor explicación, dónde el presidente Ignacio González, responsable de la ejecución de la medicina pública madrileña que tampoco ha abierto la boca sobre el particular, incluso, porqué Rajoy huye de un asunto que ha conmovido o escandalizado a la población: Todo un hospital cerrado para atender a un solo paciente, afectado de una enfermedad gravísima y sumamente trasmisible a muchas otras personas, un traslado “de jefe de Estado”, con avión de la fuerza aérea medicalizado, con ambulancias adecuadas para la ocasión, con cortes de tráfico como los que pudieran decidirse para un traslado de los Reyes… Y todo ello, mientras se debate quién pagará todos esos gastos, si se pasará factura a una orden religiosa benemérita… Pero, sobre todo, donde están la ministra Mato, ya de por sí con fundada fama de incompetente y de inadecuada para el cargo público, y quién la designó y sostiene en su cargo. Por cierto, que ha reaparecido, como portavoz o vocera la ministra de Fomento, a quien suelen corresponder esta clase de “marrones”, Ana Pastor, y que tampoco se caracteriza por sus explicaciones. ¿Qué fue la de la transparencia, señora Santamaría, quién practica esa doctrina, cuál es la ventanilla de las quejas por su falta? JOSÉ CAVERO

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