sábado, 9 de agosto de 2014

Palabras mayores ERC-CiU- Esquerra contra Convergencia, por el caso Pujol. Es lo nunca visto, y lo que apenas pudo llegar a imaginarse nadie. Pero las revelaciones de Pujol sobre la herencia de su padre, el señor Florencio, mantenidas en secreto durante 34 años, dan mucho de sí, y la última novedad señala la eventualidad de que Ezquerra, ya en abierta beligerancia con Convergencia i Unió por el liderazgo político en Cataluña, pueda forzar una comisión de investigación en el Parlament de Cataluña para investigar a Pujol. Una maniobra perfectamente estudiada, la de ERC, que será difícil que tenga marcha atrás por su evidente rentabilidad: Si procede a presentar la propuesta de comisión investigadora, se verá secundado y apoyado por todos los restantes partidos de la cámara catalana. En segundo lugar, obtendrá unos beneficios políticos evidentes e inmediatos, de cara a las dos cuestiones que se juega ahora mismo la pelea de ERC y CiU: primera, la hegemonía política, y al mismo tiempo, el liderazgo de la batalla por la secesión o independencia de Cataluña, materia en la que ERC ve excesivamente titubeante, o poco decidida, a su socio convergente. De manera que todo favorece esta tesis de Ezquerra, que terminará con Pujol en el Parlament de Cataluña, y con su deterioro final de imagen y de prestigio ante todos sus coterráneos, a los que en su día se presentó como el adalid, el campeón y el héroe de la moralidad y del ejemplo a imitar como ciudadano catalán dignado de todos los merecimientos. Puede ser el final de Jordi, ya de por sí políticamente, perom sería también, con bastante probabilidad, el final del camino que vienen realizando juntos Esquerra y Convergencia, Junqueras y Aartur Mas. Se habría terminado una colaboración que ha sido particularmente fructífera y provechosa para, sobre todo, los republicanos, elevados ya en las encuestas a la condición de primera fuerza política de Cataluña, y causantes, al mismo tiempo, de la explosión interna que se ha producido en el seno de la coalición gobernante: Convergencia, de un lado y la Unió Democrática de Durán por la otra. O sea, que si se apuran las consecuencias del episodio Pujol, podríamos ver un nuevo juego de las fuerzas políticas catalanas en no demasiado tiempo… El caso del cura misionero que se cura en el Carlos III sigue acaparando atenciones, pero menores que en los primeros días. Ya se adivina que será difícil que el estado español pase la factura a los Hermanos de San Juan de Dios por las atenciones a su benemérito hermano, el paciente de Ebola. Sería un extraño proceder. Pero ese mismo Estado español tendrá que esforzarse en dar explicaciones a los ciudadanos contribuyentes que, a la postre, pagaremos el coste abultado, del orden de medio millón de euros, que ha costado su traslado, más los gastos complementarios de su tratamiento de todo un hospital desalojado y variado para poderle ofrecer los mejores cuidados… En esta materia, nadie ha tenido aún la valentía y el coraje de dar la cara ni mucho menos de dar explicaciones. Ana Mato e Ignacio González, la ministra y el presidente de la comunidad, no están o están de vacaciones, y siguen sin hacer la menor referencia a una situación que a todos interesa, importa y que, finalmente, pagaremos entre todos. Será muy alentados que el misionero del Ebola termine curándose, pero, ¿por qué en este hospital vaciado para su mayor comodidad, por qué extraños criterios de excepcionalidad y de trato discriminatorio? Mientras tanto, Mariano Rajoy dice que no está madura la cuestión de la financiación autonómica, y que no es el momento de abordarla. No lo gusta como está, pero es con siente de que mover esa ficha le ocasionará más problemas que soluciones. Y prefiere esperar. ¿A qué? ¿A poder gastar más dinero en los gobiernos de los diecisiete barones, una vez que se hayan alejado las críticas y las desconfianzas de todos los restantes países de la Unión, que vieron y ven en las CCAA como el gran elemento desestabilizador del déficit y del gasto público español, siempre necesitado de recortes y más recortes… JOSÉ CAVERO

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