sábado, 13 de diciembre de 2014

Algunos fantasmas vivos En el ambiente político español hay un par de fantasmas de dimensiones y características muy singulares: De un lado está Podemos, de otro Nicolasete, o el Pequeño Nicolás. Ambos “personajes” o entelequias parecen inevitablemente condenados a su aclaración o desaparición de la primera escena. Los medios estamos gastando demasiado tiempo y esfuerzo en aclarar lo que es uno y otro, y el riesgo de peligrosidad de cada cual. Desde luego, cualquier comparación de uno con otro es una tontería, y si acaso, podría hallarse la razón de su aparición en el mismo tronco: Podemos surge contra el PP, y Nicolasete nace del trinco del mismo partido. Y no parece que exista mayor relación, salvo la necesidad de una aclaración profunda de los dos “fenómenos de la naturaleza: D e Nicolasete parece que se vana ocupar prestamente los jueces, que acallarán de una vez las “heroicidades y virtudes” del chaval. De Podemos debería ocuparse la propia agrupación y sus dirigentes, para hacer frente a cábalas como laque este sábado destaca El País en su primer titular, cuando nos cuenta que nada menos que el Bundesbank dice que las propuestas de Podemos amenazan la economía, en referencia a las reticencias mostradas por Pablo Iglesias y sus fieles al pago de la deuda. Aunque ya matizaron bastante en su boceto de programa económico, el gran titular inicial de que ya se vería si se iba a pagar o no la deuda del Estado, hizo temblar a muchas instituciones internacionales. Parece que no es tan fiero el león como lo pintan, y que la deuda deberá seguir decreciendo por cauces naturales, mal que nos pese a todo, por lo abultada que ya resulta para la economía nacional. Pero ya vemos la fuerza que puede llegar a tener un semi-compromiso anunciado por “los revolucionarios” de Podemos. Desde liego, ni al Bundesbank, ni probablemente a El País, le gusta Podemos como posibilidad de primera fuerza política española. A las dos instituciones les parece que los experimentos deben efectuarse sólo con gaseosa… Por no gustar, al PP de Rajoy ni siquiera le gusta la propuesta socialista de plantear alguna reforma del texto constitucional. De hecho, esta misma mañana del sábado, el PP reunía a los barones regionales del PP para plantear su oposición estricta a cualquier intento de modificar la Carta Magna, una eventualidad que Rubalcaba primero, y Sánchez luego, han planteado para resolver, básicamente, la presencia y participación de Cataluña en España. Un régimen federal, creen los socialistas, podría resolver esa `papeleta del ultranacionalismo llamado independentismo, por el que abogan Mas y Junqueras, y que la pasividad de Rajoy ha permitido crecer a su antojo hasta la fecha. ¿El estado federal podría resolver la papeleta? Si no abre otros 16 frentes contrarios…, que es la posibilidad que no descartan muchos de los barones del PP regionales. Porque es evidente que ninguno de tales barones aceptaría que, para aplacar a los secesionistas catalanes, se transigiera y cediera a las aspiraciones de mayor ingresos fiscal de los catalanes…, en detrimento de las restantes regiones. Eso sí que no. En su afán de culpabilizar al PSOE de todos los males de la nación, De Guindos recurrió a la herencia recibida del Banco de España y de la CNMV en materia de Bankia, olvidando manifiestamente que la Caja madrileña estuvo siempre a las órdenes del PP, que le designó sucesivamente a sus más altos responsables: Blesa, Olivas, Rato, el intento fallido de Esperanza Aguirre a favor de Ignacio González… Pero es más fácil remontarse a unos peldaños más arriba, y proclamar que los supervisores no estuvieron a la altura de las circunstancias, y que Ordóñez y Segura fallaron en sus obligaciones ce control. Cabe recordar que, a Ordóñez, De Guindos ni siquiera le dejó explicarse y exponer lo que había hecho o intentado hacer. Aquellas hubieran sido unas suculentas explicaciones del supervisor, pero el super-supervisor De Guindos prefirió que no llegaran a conocerse. Da igual: las cuentas ya se estaban terminando de hacer, y la broma de Caja Madrid nos está costando 23.000 millones de euros, nada menos. Y nadie más que nosotros mismos las pagaremos. JOSÉ CAVERO

No hay comentarios: