domingo, 14 de diciembre de 2014
Defensor de la Constitución
Después de haber dado algunos bandazos, en los últimos tiempos, a favor de las reformas constitucionales o en contra de ellas, Mariano Rajoy parece haber decidido finalmente que su papel: será el de defensor de la Constitución vigente. Eso encaja con su idea de ”persona seria”, de lo que también se viene ufanando, en contra de quienes desacredita con la idea de que no alcanzan esa propiedad y característica de ser personas serias. El sí lo es, por supuesto, ya las personas serias no les corresponde rectificar actitudes anteriores, ni siquiera las que mantuvieron algunos de sus antecesores en el cargo, como su colega Aznar, que en su momento escribió contra el artículo VIII de la Constitución, entonces aún en proyecto… Aquel mismo Aznar que, seguidamente, se estrenó como alto cargo en la presidencia de la autonomía de Castilla y León, antes de dar el salto a Madrid y al gobierno de Aznar. Pero ya se sabe que los conversos suelen serlos máximos defensores de una posición a la que anteriormente atacaron y hasta vapulearon. Rajoy no llega a tanto: s Método Mariano no llega al combate acérrimo de sus adversarios, salvo coyunturalmente, como ahora mismo le sucede con Sánchez, Pero volveremos a verlo en actitud amistosa, a poco que hayan pasado las “justas electorales”, en las que deja de haber amigos y coaligados. Ahora estamos en ese punto, en el que todo vale contra el adversario. Sobre todo, cuando ni siquiera se sabe quién será el adversario dentro de unos pocos meses… De momento, PP y PSOE parecen tener un adversario común y coincidente, por cuanto las encuestas apuntan a Podemos como probable relevo de alguna de las grandes fuerzas en presencia. De manera que todo vale contra el adversario recién llegado con propósito de terminar con las viejas castas que han dominado la vida pública en los últimos treinta años, o más. De todo ello, ha llegado Rajoy a la conclusión de que le puede resultar sumamente vendible ante la opinión convertirse en valedor máximo de la Constitución vigente, y combatiente sin pausa de quienes querrían proceder a alguna modificación de sus líneas, que son todos los demás partidos: PSOE, Podemos, IU, UPyD, CiU… A Rajoy, además, le va mucho esta posición inmovilista y de no tocar nada que pudiera verse empeorado. De ahí que exija que cualquier cambio que se proponga sea mínimo, esté muy estudiado, y no abra heridas en otros frente. Si resolviendo el problema catalán se revuelve la paz valenciana, riojana o murciana…, no será solución válida ni aceptable…
Mientras tanto, ya vemos que no es propósito de Rajoy entrar a todos los trapos desde el primer momento. Tal vez llegue a intervenir en el caso del Pequeño Nicolás, pero será el último que lo haga y cuando ya no tenga otro remedio. Es también `parte del “método Mariano”. Si algo está estropeado, déjalo, que aún puede estropearse más. Ya habrá tiempo para intervenir. O ni siquiera eso… El pequeño Nicolás ha venido siendo un elemento nacido en las cloacas del PP, como tantos otros, y alimentado por sus bajos fondos y sus `poderes tentaculares casi totales. Nilasete, aparecido de la mano de Legaz, de Botella, de Arturo Fernández, vio pronto que tenía posibilidades prácticamente ilimitadas de hacer negocio vendiendo sus buenas relaciones en cualquier materia: Relaciones con Guinea, acusación contra la Infanta, licencias municipales en Madrid, viajes de altísimos cargos allí donde pudiera aparecer un patrocinador o un esponsor… Durante años, nadie pudo puerta alguna al campo grande de Nicolasete, según ahora nos hemos enterado. Y algunos prebostes se pasaron de listos, de “generosos”, de interesados en aprovechar al pequeño gran truhán, q8ue aprendía rapidísimo los trucos de los mayores más golfos. Fue una enseñanza que obtuvo `pronto el ex ministro Fernández Ordóñez, tras haber tratado durante algunos años a los jóvenes de UCD: Estos chavales –Balbás y compañeros de viaje- han aprendido, a sus pocos años, con extraordinaria rapidez, las trampas que hacen los mayores, sobre todo si les facultan la obtención de dineros. En particular, si son dineros del Estado, nunca demasiado bien protegidos del choricillo audaz…
JOSÉ CAVERO
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