sábado, 10 de enero de 2015

Balance del episodio de París El episodio Charlie Hebdo concluyó en l tarde de este viernes, y como no podía ser de otro modo, lo hizo con un balance casi tan trágico como había comenzado: si los dos hermanos terroristas Kouachi empezaron asesinando a diez trabajadores de la revista satírica y dos policías, la incorporación de otro terrorista “lobo solitario” más o menos conexionado con los anteriores, dejó tras de sí a otras siete víctimas mortales. Más los dos grupos, alcanzaos por el fuego de la policía del Estado, veinte. No está nada mal: una tragedia de veinte muertos, que ha puesto de actualidad el riesgo que tienen los grupos de islamistas fanáticos de Al Qaeda y el Estado Islámico que reclutan Siria, Irak, Mali, y otras repúblicas enfrentadas a Occidente por la instigación de algunos “sacerdotes del libro sagrado” en sus prédicas por el mundo. En el país vecino han permanecido tres días en alerta máxima, porque podía pasar cualquier cosa. ¿Todo ha terminado? Nadie las tiene todas consigo, como suele decirse, y no hay que descartar rebrotes, porque sigue habiendo comandos y lobos solidarios con la marca de Al Qaeda dispuestos a “disfrutar” del protagonismo que han tenido sus antecesores en el uso de la violencia. Estos “mártires” de la causa, con seguridad, han obtenido un lugar de honor en las filas de los islamistas muertos por una causa irracional, absurda, pero que esos predicadores mencionados elogian desde sus púlpitos en las mezquitas de medio mundo. Y ahora, que vienen las urnas. Rajoy ha convocado este sábado a sus barones en Toledo para empezar a preparar una temporada de urnas que será decisiva, sobre todo, para su propia continuidad al frente del gobierno de la nación. Es evidente que Rajoy quiere continuar otros cuatro años, y competir con sus antecesores por la condición de “el mejor presidente que ha tenido España”, por el que ya peleó su antecesor Aznar. Esta vez, probablemente lo va a tener más difícil, por la aparición de una fuerza nueva llamada Podemos que ha trastocado el panorama general de la nación. Pero aún así, Rajoy sigue confiado en que superará esas previsiones que “lo tumban”, y quiere salir como vencedor en la pelea, contra Pablo Iglesias y contra Pedro Sánchez. Pablo y Pedro van a poner, a su vez, toda la carne en el asador para crucificar a Mariano y a sus gentes, aunque fuera mediante alguna clase de colaboración o coalición final… , aunque eso ahora ni siquiera se va a considerar. No toca. De momento, en el tiempo de rebatir los argumentos ajenos y de elogiar las actuaciones propias: Rajoy viene vendiendo ya hace un par de años que a él se debe la recuperación económica, que vuelve a crearse empleo, que la banca es ya problema resuelto, que las grandes infraestructuras vuelven a disponer de presupuestos saneados, que se vuelven a atener las necesidades de la Sanidad y la Educación, que las empresas vuelven a invertir, y los ciudadanos gastan de nuevo más o menos alegremente… O sea, Jauja. Rajoy y los suyos van a intentar que, sobre todo, olvidemos su catálogo de promesas incumplidas en las elecciones anteriores. Incluso querrán hacer olvidar hasta qué punto la corrupción la asolado el escenario pepero en muchos puntos: Madrid, Valencia, Baleares… Confían, por tanto, en la escasa memoria de los ciudadanos, y en que no tendrán afán de venganza contra quienes le restaron capacidad adquisitiva, les quitaron el empleo, dedicaron cuantiosas ayudas a los banqueros, muchos de ellos auténticos golfos con carné del partido… Algunas decisiones deberá adoptarlas el PP en el menor plazo posible. Por ejemplo, la candidatura a la alcaldía y el Gobierno autónomo de Madrid. La incógnita de la alcaldía sigue proporcionando un debate abierto: Esperanza Aguirre o Sáenz de Santamaría?, parece ser la alternativa. No debe pasarse por alto la creciente afición de “la niña Santamaría” a aparecer en medios de comunicación y vender las excelencia de la gestión del Gobierno del que viene formando parte: un gobierno saneado, que ha saneado muy buena parte de las tareas de la Administración pública… JOSÉ CAVERO

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