martes, 23 de agosto de 2011

LA ULTIMA REFORMA DE ZAPATERO

REFORMA CONSTITUCIONAL CON URGENCIA
“Zapatero me convenció anoche, cuando me reveló que tenía un acuerdo con el señor Rajoy”, reveló Rubalcaba tras el anuncio de presidente del Gobierno de proceder a acometer, con la mayor urgencia, en la presente legislatura, una reforma de la Constitución que incorpore el mandato de obligar al Gobierno de turno a respetar un déficit público y no saltarse esta norma… El debate se originaba después de que Rajoy llegara a contar y recontar hasta cuarenta planes y paquetes de planes, en los tres años que han seguido a la crisis económica. “Lo mismo que han hecho otro Gobiernos europeos”, le replicó Zapatero…
Lo cierto es que Zapatero terminará su andadura política por donde la empezó hace ocho años: proponiendo reformas constitucionales. Entonces, hace ocho años, Zapatero proponía que la Constitución adaptara la sucesión a la Corona y diera cabida a los nombres de las Comunidades autónomas. Ahora, urge a acometer otra reforma a la que le fuerzan la crisis y sus socios Sarkozy y Merkel. Y si en el primer caso, Rajoy no fue favorable, ahora sí lo será, y acepta que se proceda a reformar la Constitución con la mayor urgencia, para impedir lo que su propio gobierno y muchos otros han hecho a lo largo de la historia: saltárselo por necesidades del momento. Esta vez, Zapatero se alinea a lo que reclaman sus socios europeos, obsesionados por la exigencia de los mercados de contener y respetar el tope de déficit público. Rajoy y Rubalcaba también lo ven y asumen del mismo modo, por lo que “sólo” deberán superarse las quejas y reclamaciones de los partidos menores, como IU.
De modo que, con la mayor urgencia, antes de que termine esta espasmódica legislatura, la Constitución verá hacer un artículo nuevo pero exigente e imprescindible para dar la confianza que reclaman, una vez más, los mercados, los inversores, o sea, los guardianes de la ortodoxia. Será una intervención de urgencia, sin dolor ni referéndum público… Como solía decir Pilar Miró, ¿qué importa al tigre una raya más?

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