miércoles, 25 de junio de 2014

La Infanta, al banquillo Definitivamente, y tras larguísima espera, el juez Castro ha decidido que la Infanta Cristina deberá comparecer ante el juzgado que sentenciará, en su día, el Caso Urdangarín o Caso Noos, una vez que el fiscal y la Audiencia desalma revisen la decisión del juez instructor, que “se ha empeñado”, según dicen algunos, en demostrar que todos somos iguales ante la ley. De momento, el caso de la Infanta Cristina llega en medio del debate sobre la inviolabilidad del ex rey Juan Carlos, que enfrenta al PP con el PSOE y lleva a Sáenz de Santamaría a preferir algunas manifestaciones parecidas a la amenaza. Ay, los casos judiciales sacan a cada uno o peor que lleva adentro. A Urdangarín le ha sacado a flote su avaricia y su nula disposición a pedir disculpas por los abusos que se contienen en una decena de presuntos delitos graves… A la Infanta le sacan a flote su avaricia compartida y deseos de vivir mejor que la mayoría mediante el pago reverente de instituciones y autoridades públicas o privadas que también deberán comparecer ante el juez. A Gallardón, o a Margallo, el caso Noos les hace decir que “todos somos iguales ante la ley”, mientras el titular de Justicia azuza a su fiscal a que recurra contra la actuación del juez. Iguales ante la ley, pero sólo un ratito, por favor… Y así sucesivamente. Los únicos “iguales ante la ley” somos los ciudadanos rasos, o “de a pie”, que no tenemos alternativa a nuestra condición, y que por ello ni almacenamos cuentas corrientes en el extranjero ni vivimos por encima de nuestras posibilidades, y que estamos siempre temerosos de que llegue otra denuncia de tráfico por circular dos, tres o diez kilómetros por encima de lo aceptable por Tráfico. Magdalena Alvarez también aparece en el listón de los inculpados, en este caso, del ERE andaluz. Y consiguientemente, se ha visto presionada hasta lo indecible, o hasta lo soportable, por el PP, para que abandonara su cargo en el Banco Europeo de Inversiones, donde ha venido percibiendo un importante salario. El PSOE le dio esa canonjía y el PP se la quita, como en el caso del Santo Job. “El señor me lo dio, el señor me lo quitó”, decía el personaje bíblico. Magdalena ha comprobado que son señores diferentes. Y como la ha defendido su patrón Chavez, el PP la desaloja del BEI para poner a uno de los suyos. Es el juego –más o menos sucio- de la política de cada día. Quítate tú, que me pongo yo… Rubalcaba ha criticado, como lo vienen haciendo los expertos en cuestiones fiscales, la reforma que Rajoy no ha dudado en calificar de “magnífica reforma”. Si no lo dice él, ¿quién lo dirá? ¿Magnífica para quiénes o quiénes? ¿Sus amigos los banqueros, los grandes empresarios del Ibex? También estamos viendo que las “magníficas reformas fiscales” son flor de un día, o de una temporada, y que ya vendrá otra que rectificará la anterior, y beneficiará a los ahora perjudicados. Salvo a quienes nunca se ven beneficiados, porque nada tienen que beneficiar. Es la España de los parados, de los asalariados mínimos, de quienes nunca han tenido nada que perder porque nada tenían… ¿Todos los españoles somos iguales ante la ley? Ni ante la ley ni ante las autoridades de la Nación ni ante los propios ciudadanos. Hay quien nace en coche oficial con chófer y no se apea jamás, hasta su entierro, y quién sólo ha visto esos coches en los telediarios. Pero Gallardón insistirá en que todos somos iguales ante la ley, aunque uno de sus coches-hijos se haya negado a ser reconocido en un acto de evidente indisposición a la transparencia. Gallardón siempre tendrá la excusa perfecta: Verá usted, señor periodista, que éste no es el momento, para hablar de un asunto “de familia”. JOSÉ CAVERO

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