sábado, 4 de octubre de 2014

El eco de las tarjetas Es sorprendente el escándalo que e ha originado por la revelación de la existencia de las tarjetas opacas de Caja Madrid-Bankia. Es similar al escándalo que hace pocos meses originó otra revelación, la de Jordi Pujol, por sus ocultaciones tributarias en paraísos fiscales. Mucho tienen en común los dos escándalos: Es, en último extremo, la sustracción al Estado y al Tesoro Público de una `parte de los dineros que le son propios, y es, además, en el caso de los consejeros madrileños, un robo directo a una de las instituciones bancarias que han tenido que verse “salvadas” con dinero comunitario, Casi 23 mil millones de euros, nada menos. La pregunta es: ¿por qué Miguel Blesa no está acompañando a Luis Bárcenas en Soto del Real? Parece que hay razones más que sobradas para que de vuelva los dineros robados, y además, pague por lo que permitió robas a sus amigotes del propio partido o de los demás. De momento, son seis u ocho los consejeros que han devuelto el dinero y los que han dimitido de sus cargos, de manera que aún queda un hermoso ramillete de otros ochenta beneficiarios que deberán hacer un recorrido semejante, por su propia voluntad, o estimulados por sus respectivos partidos. ¿Estúpido el último? Es evidente que esos dineros robados –empleados en atención a la tarjeta visa opaca que les había sido concedido por la dirección de la Caja, y sin más controles que las propias normas éticas- debieran regresar al Tesoro Público al que pertenecen, y para afrontar la deuda que deberá devolver Bankia a quien le concedió el potente crédito para su supervivencia. Mientras eso no suceda, tendremos una larga ristra de chorizos vivientes, que en cualquier momento pueden ser señalados por el dedo acusador de los restantes compatriotas… De momento, como lección aprendida de los nulos controles existentes en el gasto de dineros de Caja Madrid, ahora las instituciones de control van a empezar a buscar si existen otras sociedades, públicas o privadas, que tienen para con sus empleados más notables el detalle de “ayudar” en sus gastos corrientes mediante tarjetas opacas, de las que ni Hacienda se entera. Siempre se ha dicho que la tolerancia fiscal hacia los defraudadores es insoportable, en nuestro país, y que bien pudieran bajar las tasas de los tributos si cada cual atendiera a sus propias obligaciones sin saltarse a la torera las normas comunes. O sin que alguien sancione a quienes se saltan esas normas “para todos”. Lo de Cataluña sigue siendo una revuelta popular de resultados inciertos. Frente a la contumacia de Artur Mas ejerce sus atribuciones el Estado español, que se niega a dar por buenos os “hechos consumados” de una parte de España que se obstina en recurrir a la consulta y a la independencia, argumentando datos históricos más falsos que Judas. Si los restantes españoles no quieren la ruptura de España por esa esquina del mapa, mal podrán Mas, Jonqueras y los suyos obstinarse en su batalla condenada al fracaso. Otra cosa es la vía a la que dejó abierta la puerta Rajoy estos últimos días: Una reforma de la Constitución que dé mayores satisfacciones a los poderes catalanes. Aunque no parece que haya coincidencia en objetivos entre los nacionalistas catalanes y vascos. Mar aspira a tener un cupo y concierto similar al vasco. Urkullu, a su vez, proclama que él querría más poderes autonómicos concretos, y no más soberanismo… ¿Y los valencianos, andaluces, gallegos, madrileños, qué querrán? Cuando se agra ese melón comprobaremos que vuelve a haber un deseo irreprimible de “café para todos”. ¿Quién va a querer ser menos que los catalanes, y por qué? Si hay ideas confederales válidas, y convincentes, debieran empezar a explicarse. A ver quién las tiene, y qué uso hacen de ellas… JOSÉ CAVERO

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